sábado, 17 de agosto de 2013

El Estrecho de Gibraltar visto desde África.



Ya no se atisban pateras en el horizonte del Estrecho de Gibraltar. De esas frágiles embarcaciones atiborradas de seres humanos hacinados, que cruzaban las aguas que llevan desde el Tercer hasta el Primer Mundo, sólo quedan podridos armazones en depósitos desperdigados desde Algeciras a Tarifa. Si cruzar de una orilla a otra ya era una epopeya a bordo de esas cuatro maderas flotantes, ahora el riesgo se multiplica por mil. Los inmigrantes subsaharianos que han llegado a la costa de Cádiz en los últimos días tripulan barcas de juguete, en un viaje que nada tiene de juego. “Son embarcaciones que no están ni para navegar. Siempre las hubo, pero ahora son el medio de transporte más habitual. Han emprendido el viaje en días en los que el levante ha soplado con fuerza en una zona muy peligrosa. La desesperación les ha hecho asumir el riesgo”, comenta Miguel García, de Cruz Roja en Cádiz.
Las mantas y el consuelo de los voluntarios es el primer calor que reciben esos cuerpos ateridos de frío después de interminables horas de travesía en mar abierto. Más de 200 personas  han sido  rescatadas por los efectivos de Salvamento Marítimo en las aguas del Estrecho. “Están siendo unos días muy intensos, en una actividad que no es nada usual”, afirma García. 20 voluntarios de Tarifa y de la provincia hicieron turnos durante el fin de semana para dar auxilio y un primer consuelo a aquel que ha emprendido en condiciones tan precarias una huida hacia un mundo mejor.
La explicación a este repunte está en las turbulencias políticas y sociales que afectan a la zona del Sahel, “una crisis humanitaria enorme”, según describe Miguel García. La falta de alimentos provoca desplazamientos masivos de bolsas de población que buscan una alternativa a una vida de tanta precariedad al otro lado del mar. Puestas en una balanza las crisis de una y otra orilla, aquella que sacude el Norte de África siempre pesa mucho más. Además, España ya no es el objetivo. Es la primera parada de una ruta que tiene su destino final todavía a muchos miles de kilómetros.
A pesar de la situación tan complicada, hay más atención puesta en las mismas aguas a sólo unas cuantas millas de distancia por la enésima regañina entre España y Reino Unido a cuenta de Gibraltar. Sobran bloques de hormigón en el fondo de sus aguas y falta alguno en la estructura del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Algeciras. La instalación no ha podido dar asistencia a los últimos inmigrantes que han llegado a la zona por las malas condiciones del edificio; tal es así que  el Sindicato Unificado de Policía de la ciudad denuncia desde hace meses “el deterioro y las indignas condiciones de habitabilidad del recinto”.
La Delegación del Gobierno de Andalucía ha caído ahora en el problema y llama al timbre de Bruselas para solucionar este problema: pedirá financiación a la Unión Europea para acometer la reforma definitiva del edificio o la construcción de uno nuevo. Todo lo que se ha hecho hasta ahora han sido parches para intentar convertir la cárcel vieja de la localidad en algo para lo que no está preparada: falta comodidad, las instalaciones no son las apropiadas y hasta el propio fiscal de Extranjería de Algeciras, José Luis Jaudenes, ha pedido en varias ocasiones su cierre y ha calificado la instalación de “horripilante”.
Mientras, los subsaharianos rescatados por Salvamento Marítimo son derivados al CIE de la Isla de las Palomas en Tarifa. “Están siendo días de mucho trabajo, pero estamos intentando dar la mejor atención posible a todas las personas que llegan aquí. No es la primera vez que ocurre esto por aquí, ¿desbordados?, intentamos hacer nuestro cometido de la mejor manera posible”, cuenta una trabajadora del centro a andalucesdiario.es, mordiéndose la lengua y pidiendo cortar cuanto antes la conversación.
Este centro tarifeño no deja de ser un anexo del principal y no tiene capacidad para un volumen de llegadas tan alto como el de la última semana. La organización humanitaria Andalucía Acoge ha alertado de situación y ha exigido un cambio de estrategia que profundice en las causas del movimiento migratorio. En un comunicado, pide a las instituciones públicas el cierre de todos los Centros de Internamiento de Extranjeros y a reflexionar ante el colapso del centro en Tarifa  y la situación que vive el de Algeciras, cerrado por problemas estructurales.
Ante estas circunstancias, las dependencias de la Comisaría de la Policía Nacional de Algeciras se han convertido en el primer techo que ha dado cobijo en Europa a muchos de los que viajaban en busca de una vida mejor y un bocadillo es el mejor manjar que han probado desde que pisaron tierra. Diplomáticamente, el Sindicato Unificado de Policía califica la situación de “anómala”, pero la preocupación es evidente ante la posibilidad de que la llegada de más inmigrantes provoque un colapso en la zona y no haya medios ni personal para atenderlos. La Comisaría de Tarifa también está saturada hasta el punto de que sólo dos agentes custodian a 200 personas entre subsaharianos y detenidos.
Tras este nuevo repunte de la llegada de inmigrantes a las costas de Cádiz, Andalucía Acoge califica de fracaso la política de fronteras de la Unión Europea “en la medida que después de años de inversión desproporcionada en medidas de control de fronteras, la situación en el perímetro de Europa continúa siendo la misma”. Además, recuerda que esta política fronteriza se puso en marcha con la ayuda de los países norteafricanos, pero no ha servido nada más que para “avalar a Marruecos en su política represiva ante la inmigración está forzando a las personas inmigrantes a lanzarse al agua en balsas de juguete, lo que aumenta el riesgo para sus vidas”.

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