Documental donde se relatan en primera persona las historias de vida de 3 personajes al llegar a Madrid como inmigrantes.
jueves, 2 de febrero de 2012
La inmigracion silenciosa .
Documental donde se relatan en primera persona las historias de vida de 3 personajes al llegar a Madrid como inmigrantes.
martes, 31 de enero de 2012
El ocaso del paradigma civilizatorio.
Sueltos a su exclusivo arbitrio y con absoluta prescindencia de todo control, los grandes centros financieros del mundo se han erigido en los exclusivos rectores de una presunta economía globalizada. Un mundo concentrado también en superpoblados centros urbanos, cree que su subsistencia está exclusivamente vinculada a factores financieros y no biológicos. Para el capitalismo moderno, el temprano abandono de la moneda convertible en oro por otra de curso legal, fue más una ruptura de la economía con el medio ambiente, que un nuevo contrato social públicamente consensuado. Pronto una sinarquía internacional acumulará también la estimación del factor multiplicador del dinero como propia. Con el hiper desarrollo, la infinita aceleración de la actividad económica, extrema este efecto a consecuencia también de las nuevas formas de comunicación instantánea.
Como en el mito de "Terminator", la inteligencia artificial escapa del control consciente del hombre. Un verdadero huracán monetario gira sin control sobre las cabezas de las metrópolis modernas. El efecto matemático de abundancia, contrasta irresponsablemente con la consciente escasez en la que la mayoría de la población mundial se debate.
Un preocupante escenario social que tiene en los más jóvenes a su más conspicuo "universo cautivo", nos arroja a todos graciosamente a las manos de un dirigismo conductista al que ya no es posible contradecir ni objetar masivamente. Gira en los medios de masas una superestructura virtual en la que se cuecen nuestros instintos más loables como excusa para vendernos las más desadaptadas soluciones.
Así es como están ahora abiertas las puertas de nuestros recursos al huracán monetario que todo se lo devora. Del puerto, partían las voces del "progreso" mientras la propaganda ofrecía prosperidades bancarias. Las flotas comerciales cargaban vacas y cosechas a cuenta de nuevos y cada vez más deteriorados instrumentos monetarios.
Del "progreso" prometido por el ferrocarril británico. A la furia del piquetero, que ve partir por la ruta camiones llenos, que luego retornan totalmente vacíos. Hemos visto repetidamente la misma secuencia de privaciones por despojos. Así con el caucho, el salitre, la fruta, el guano, el Cerro Rico de Potosí, la captura pesquera, etc., etc. Para encontrarnos un día con todos los bancos vacíos y la gente hurgando entre los residuos urbanos por un poco de comida.
Una forma de extracción de recursos naturales comparable a una infección patógena contamina ya toda la superficie del orbe. Desertificación, contaminación, calentamiento, deforestación, derretimiento de los hielos fósiles. La presencia humana, interfiere ya en la continuidad de todos los procesos biológicos, desbaratando su equilibrada continuidad. Un anunciado Apocalipsis provocado por una civilización de lo apropiable, que despreció al mundo real por salvaje, se cierne sobre nuestro futuro inmediato. Hemos heredado un fatuo individualismo cortesano, que nos ha envuelto en su trama sin ética ni respaldo. La educación, los medios masivos, el modelo ideológico, la religión, los partidos políticos, todos se han visto obligados a ser "civilizados" como los blancos del hemisferio norte. Y para ellos, la más grande de las responsabilidades por la situación del planeta.
El nuevo orden de prioridades
En el sentido inverso en que el hombre moderno expresa sus prioridades, la primera causa de extinción de especies es sencillamente, la pérdida del hábitat natural. Solamente la apropiación de terreno silvestre y su reemplazo por espacios urbanos, rurales o simplemente modificados por obra de la mano del hombre, son el primer motivo de reducción poblacional de la fauna y flora silvestres. El más mínimo cambio de PH del suelo o de temperatura en el agua, representa un cambio ambiental de imprevisibles consecuencias entre la flora y fauna nativa.
En segundo término, y aunque parezca poco relevante a la mirada de muchos simpatizantes de la naturaleza, la segunda razón por la que la vida silvestre se apaga, tanto en diversidad como en número, es la introducción de especies exóticas. La agricultura, la ganadería, las simpáticas mascotas, las especies de corral y hasta la gratuita invasión con especies foráneas para la práctica deportiva, son factores que desplazan la legítima presencia biológica que la geografía de cada lugar hubo de seleccionar en un esfuerzo multimillonario en tiempos y espacios silvestres, que merece nuestro respeto.
En tercer lugar, una serie de factores se combinan de una manera diferente según el tiempo y el espacio observado. Naturalmente el primer factor de alteración ambiental sigue siendo el clima. Este, es el primer determinante de cambios medioambientales en condiciones normales. Sequías, tempestades, inundaciones, etc. Los tiempos de floración, las eclosiones de insectos, la nidificación y parición; centenares de procesos son regulados estrictamente por el régimen climático, y su poderosa influencia se extiende a todos los demás procesos biológicos. La fluctuación poblacional de cada especie puede en condiciones normales, ser enorme sin que el hecho deba ser considerado alarmante. Oscilan las variables climáticas y las poblaciones silvestres se adaptan según sus aptitudes los favorezcan o no frente a cada cambio.
De una forma equilibrada, todas las formas de vida conviven. Cada ambiente ofrece excedentes viables como alimentos o fertilizantes a otras especies con las que interacciona. Si cazar, pescar o recolectar frutos libremente, fuera nuestra actividad cotidiana, jamás se hubiera formado ante nosotros el oscuro horizonte que ahora contemplamos, porque simplemente esas son las actividades que definen las relaciones espontáneas de interacción entre todas las especies vivientes del orbe. La vida como una sola presencia, confronta el criterio de desarrollo. Expresa la torpeza, determina el cambio, impone su criterio, en la continuidad de su propio modelo de desarrollo continuo.
El ser humano ha resultado fuertemente victimizado por su propia especulación acerca de lo que es la vida, y de esto dan testimonio en forma contrapuesta, ambas escuelas políticas hijas del positivismo europeo, el comunismo y el capitalismo moderno.
La consolidación del modelo sostenible
Es indetenible el hecho de que la naturaleza acabará imponiendo de una forma u otra, su propio modelo evolutivo, sin perjuicio de que la especie racional entre o no en regresión hasta su ocaso. A fin de ser fatalistas, podríamos decir que no hay motivos comprobables que nos hagan suponer, que en los procesos naturales exista una voluntad que simpatice con la especie humana. O que debamos suponer por algún otro motivo, que nuestra condición de dominio racional esté fundada en un suceso inalterable y constante de comprobación matemática.
Al parecer, lo errado es el enfoque, por que ninguna actividad necesariamente vinculada a la satisfacción de un instinto primario es opuesta a la sanidad del medioambiente silvestre donde se genera. Habitación, abrigo, nutrientes, relaciones interpersonales y hasta cultura y esparcimiento, no suenan incongruentes con el resto de los requisitos biológicos que las demás especies demandan de su entorno. Sin embargo toda otra familia de nuevas necesidades no vinculadas inmediatamente a las demandas citadas, pasan a representar una excesiva carga ambiental. La catástrofe proclamada no está tan relacionada con la superpoblación como se cree, sino más bien con la súper alteración de los escenarios silvestres. Las poblaciones humanas de zonas rurales marginales, o de ambientes semisalvajes, como las que poblaron el sudeste asiático, el África subsahariana y el interior de Sudamérica, conocen de manera ancestral todos los recursos que completan su universo de necesidades básicas, y tienen plena conciencia sus habitantes aún de cómo vivir dentro de una economía basada en el autoconsumo sin que por ello deba extinguirse ninguna especie.
Es la creación de una segunda economía, la economía monetaria, la que multiplica las necesidades básicas. Y es esta misma economía la que provoca injustas desigualdades a la vez que crea nuevas áreas de interés antes de resarcir el costo de desapropiación y deterioro que genera dentro del sistema ambiental donde instala su mercado. Para los mentores del desarrollismo, así como en la post guerra, no calcularon el costo ambiental de su modelo, ahora tampoco calculan el deterioro humano subsecuente al proceso de crisis sistémica que enfrentamos. Sencillamente nos han sumido a todos en un insostenible estado de población antinatural.
La inexorable reincorporación consciente de la vida humana al ciclo natural del que alguna vez emergió, será el desafío de la siguiente etapa. Así como el recorrido evolutivo reciente en este particular aspecto de lo humano que es lo social, reconoce haber pasado por al menos tres etapas: El salvajismo, la barbarie y la civilización, como parte de una definición antropológica clásica; también cada ser humano posee clara representación de tres aspectos primarios de su composición sicológica como lo son: La persona individual, su pertenencia familiar, y la colectividad que integra. Conjugar entre sí dicha tríada ha representado una ardua tarea intelectual hasta el presente. Pues bien ahora habrá que trabajar aún más profundamente dado que como resultado de dicha compleja interacción, han fragmentado el escenario físico en tres consecuencias emergentes: El terreno urbano, el rural y el silvestre. Rever como se produce el tan aludido desequilibrio ambiental, el agotamiento de los recursos no renovables y el cambio climático, carecerá de mérito, hasta tanto las soluciones consigan un real emplazamiento en el verdadero terreno humano en conflicto.
Arturo Avellaneda
Fragmentos del libro
HABITATUM
http://www.permahabitante.com.ar/habitatum-paradigma-civilizatorio.php
LIBRO HABITATUM Por Arturo Avellaneda
"Apuntes para una Nueva Cultura Ambiental Sudamericana"
LIBRO HABITATUM Por Arturo Avellaneda
"Apuntes para una Nueva Cultura Ambiental Sudamericana"
lunes, 30 de enero de 2012
El derecho a la memoria.
"No basta que callemos, y además no es posible…" Luis Rosales.
Vivimos en un extraño país en el que resulta más cómodo ser verdugo, que juez o víctima. "Aquí nunca se hará justicia…" Las mañanas de algunos sábados de mi infancia subíamos, como muchos madrileños, a la Sierra de Madrid, a Guadarrama, a Cercedilla, en busca del frescor y el oxígeno que la capital nos negaba. Nosotros siempre llegábamos más tarde que los demás porque mi padre daba un tremendo rodeo para evitar pasar por El Valle de los Caídos (Cuelgamuros lo llamaban ellos…). Atrás dejábamos aquella cruz que se cernía amenazadora sobre el paisaje, y que ensombrecía el rostro de mi abuela y hacía que mi padre masticara entre dientes frases que yo no lograba descifrar. "Aquí nunca se hará justicia…" de esa frase sí que me acuerdo. Y de que mi abuela me apretaba la mano con fuerza mientras su mirada triste se perdía por caminos que conducían a un antiguo dolor, a una cicatriz que yo heredé más tarde cuando supe por qué nunca visitábamos aquel lugar, ni siquiera de paso…
Los derechos humanos no prescriben en la memoria de los que han sufrido ni de aquellos, que amándolos, los han visto sufrir. Las lágrimas de mi abuela, los juramentos contenidos de mi padre, las viejas fotos donde mi abuelos y mis bisabuelos sonríen ajenos a todo lo que se les venía encima, y las miles de historias, los miles de rostros desconocidos que sufrieron durante décadas la humillación, el silencio, la sinrazón, la barbarie, la venganza programada y sistemática, no prescriben.
Los niños judíos con su pijama de rayas mirando entre las rejas de los campos de concentración, no prescriben. Las caravanas de exiliados cruzando las fronteras arrastrando penas y maletas, no prescriben. Los presos torturados esperando la muerte en celdas nauseabundas, no prescriben. Los niños arrancados de sus madres y entregados a familias afectas al régimen de turno, no prescriben. El miedo cocinado a fuego lento durante años no puede prescribir. Pasemos página, sí, dejemos descansar a los muertos, sí. Pero leamos todos juntos la página para poder pasarla, con tolerancia, con respeto, con compasión y empatía por los que han sufrido; y luego, que cada uno descanse todo lo en paz que le permita su conciencia.
Textos : Marisa de la Peña
Por Dibujando la Memoria (de J. Kalvellido)
http://blogs.publico.es/memoria-publica/
Los árboles más grandes y antiguos están muriendo..
Los árboles más grandes, los más viejos, que durante siglos se han adaptado a plagas y climas extremos, están empezando a morir en proporción preocupante. Eso es lo que afirma William Laurance, un profesor de la Universidad James Cook en Cairns, Australia.
Estos árboles son los más importantes, ecológicamente, de todos los bosques del mundo. Por ejemplo en la Amazonia, tienen entre 400 y 1400 años de edad, y en Norteamérica superan los 2000 años y, en algunos casos como las secuoyas, los 3000.
Los grandes árboles son algo menos de un 2 por ciento del total existente en los bosques, pero pueden llegar a acumular hasta el 25 por ciento del total de la biomasa, por su tamaño. Por eso son vitales para la salud de los bosques, ya que fertilizan grandes áreas. Además son capaces de capturar grandes cantidades de energía, lo que les permite producir frutos en abundancia, flores y follaje, que son el sustento de la fauna forestal.
Al parecer en muchas partes del mundo estos grandes árboles están muriendo porque sus semillas no consiguen sobrevivir o crecer, debido a la invasión de otras especies, y por tanto no existe un reemplazo de árboles jóvenes.
Esta tendencia podría producir un curioso efecto. Al morir los árboles más viejos, liberarían el CO2 que tienen almacenado, creando un círculo vicioso de mayor calentamiento y la contracción de los bosques.
Foto por Stella VM
http://www.labrujulaverde.com/ecologia/los-arboles-mas-grandes-y-antiguos-estan-muriendo/
sábado, 28 de enero de 2012
Prohibido Prohibir.
Este artículo podría haber sido titulado queda prohibido, pero fueron muchos años de prohibiciones, así que mejor cambiemos la perspectiva y abramos nuestra mente a nuevos desafíos, las prohibiciones por si mismas son tediosas, y no nos hacen sentir cómodos.
Para quienes fuimos educados en dictadura, criados en ella, o quienes la padecieron tras las rejas o en el exilio, no nos resulta fácil asimilar la palabra prohibido, pues todo estaba vetado, no se podía leer, escuchar música, pensar, razonar o cuestionar, parecíamos autómatas destinados a caminar en fila, por eso esa palabra nos ha marcado a muchos uruguayos y nos suena muy mal.
Asimismo, no es productiva, pues el prohibir muchas veces conlleva a un modo de rebeldía a no seguir lo establecido e ir contra la corriente. Ese prohibido nos deja maniatados, por eso los invito a cambiar de mentalidad, o al menos intentarlo.
Prohibir algo muchas veces trae aparejado el deseo, porque el ser humano tiene ese don natural que le atrae lo prohibido, lo difícil, lo costoso, y así cuanto más inaccesible es algo, más se lo valora, y se lo persigue. He aquí uno de los mayores atractivos de las relaciones prohibidas, tienen ese sabor del desafío, del peligro, de ese límite que no se debe trasgredir.
Si partimos del término libertad, ya en su misma concepción nos aproximamos a una prohibición pues ésta termina donde comienza la libertad de un semejante.
Sin embargo, prohibir la mayoría de las veces encierra una dimensión coercitiva más que un aspecto liberador, ya que en sí conlleva connotaciones negativas como: sancionar, reprimir, aplicar, imponer, limitar, restringir, circunscribir, impedir, excluir, privar e inhibir.
Pero es entendible, que para establecer límites morales y legales se acuda a las prohibiciones, aunque sería más sencillo apelar al entendimiento, al uso de la razón, al raciocinio, al sentido común, al respeto hacia nuestros semejantes y hacia nosotros mismos.
¿Por qué atrae lo prohibido?
Prohibir implica vedar, establecer un impedimento a determinada acción. Por lo general, la reflexión frente a lo prohibido no es demasiado fructífera, pasa por ser aceptada, o por el contrario a ser resistida.
Y la atracción se despierta por enfrentar el desafío a lo prohibido, por rebasar los límites dado que se coarta en cierta forma la voluntad.
Por otra parte, lo prohibido es frustrante en lo referido a la restricción propiamente dicha. Constituye un contra-deseo, un obstáculo que se opone bloquea los impulsos, cierta limitación de la libertad personal.
Asimismo, las prohibiciones conllevan preguntas como: ¿ Cuáles son los motivos que llevan a prohibir? ¿Con qué autoridad? ¿Qué relación existe entre el contenido de la prohibición y la naturaleza de los deseos humanos?
Por su parte, los efectos de la prohibición varían de una persona a otra, así como también los fundamentos y qué autoridad tenga quien la dictó.
Es conveniente que la persona o institución que efectúa una prohibición satisfaga mínimas condiciones. Esto facilita el encuentro entre la ley y la conciencia y la predispone a un juicio mucho más recto y riguroso, libre de prejuicios. Esa persona o institución deberá tener autoridad moral y establecer buenos fundamentos.
Y como lo prohibido no es recibido de la mejor manera, los invito a cambiar de mentalidad, o al menos intentarlo.
Les propongo:
Dejar de lado el qué dirán, los horarios a raja tabla, los no rotundos, los no puedo, los no tengo tiempo, las dietas estrictas y abrirse a un quizás o un tal vez.
Respirar hondo y tomarse unos minutos para relajarse, escuchar música, leer un buen libro, dialogar con la familia y los amigos.
Caminar descalzos y sentir el pasto, la arena, la lluvia, el rocío, sensaciones agradables para nuestros sentidos que nos conectan con la naturaleza.
Intentar descontracturar nuestra espalda anuda y dolorida, dando paso a la relajación.
Dejar de lado, las caras agrias, los malos humores, las palabras agresivas, que sólo redundan en nuestro perjuicio.
Reír con intensidad y ganas, pues la vida se hace más llevadera, el sentido del humor es un ingrediente que le da sabor y luz a los días.
Si es posible, hacer una pausa, apagar todos los aparatos y escuchar el sonido de la naturaleza, el trinar de los pájaros, el ruido del mar, el sonido de la lluvia, y aspirar los aromas que llegan de la naturaleza.
Aplacar nuestra lengua, dispuesta a criticar en forma rápida y con tono inquisidor, y a pararnos delante de un espejo y mirarnos un rato antes de emitir alguna opinión, pues es muy fácil hablar y juzgar a los demás, si olvidamos primero juzgarnos a nosotros mismos.
Sentarnos con nuestros seres queridos a dialogar, a mirarnos cara a cara, a escucharnos unos minutos, pues muchas veces contestamos sin ni siquiera estar atentos, y cuando nos dicen: "Te acordás que te dije tal cosa", al oír estas palabras tomamos conciencia de que no escuchamos. Precisamos de esos minutos para establecer ese diálogo fundamental para que las relaciones familiares no se rompan.
No amargarnos por pequeñeces que tienen solución, y que en última instancia nos acortan el día.
Dejar de lado todo aquello que nos dañe o perjudique, sean personas o cosas, pues si nos causan daño no nos sirven, más que para nuestra propia destrucción.
Disfrutar de todo lo que nos haga sentir bien, pues de esos pequeños pero grandes momentos se compone la felicidad, sin olvidar que no existen vidas perfectas o situaciones idílicas, todos tenemos nuestros problemas.
Divertirnos al máximo, el tiempo es un bien escaso, y la vida pasa volando.
Desprendernos del sobrepeso de equipaje, cuanto más cargamos más difícil se hará el camino.
Sacar del vocabulario la palabra prohibido, pues los seres humanos somos capaces de decidir y discernir que hacer o no más allá de toda prohibición. Es un problema de criterio personal lo hago o dejo de hacer, por elección propia y consciente.
Finalmente, para ser capaces de decidir con criterio, previamente es importante educar. La educación es la base de la dignidad y la libertad humana, es la herramienta fundamental para traspasar todas las barreras, conforme a los valores y principios adquiridos, ellos nos permitirán tomar conciencia de que hacer o no, sin temor a penalizaciones o prohibiciones, sino por decisión propia, por criterio, por hacer lo que debemos, por sentido común.
http://www.vivencias.com.uy/2010/11/prohibido-prohibir.html
Para quienes fuimos educados en dictadura, criados en ella, o quienes la padecieron tras las rejas o en el exilio, no nos resulta fácil asimilar la palabra prohibido, pues todo estaba vetado, no se podía leer, escuchar música, pensar, razonar o cuestionar, parecíamos autómatas destinados a caminar en fila, por eso esa palabra nos ha marcado a muchos uruguayos y nos suena muy mal.
Asimismo, no es productiva, pues el prohibir muchas veces conlleva a un modo de rebeldía a no seguir lo establecido e ir contra la corriente. Ese prohibido nos deja maniatados, por eso los invito a cambiar de mentalidad, o al menos intentarlo.
Prohibir algo muchas veces trae aparejado el deseo, porque el ser humano tiene ese don natural que le atrae lo prohibido, lo difícil, lo costoso, y así cuanto más inaccesible es algo, más se lo valora, y se lo persigue. He aquí uno de los mayores atractivos de las relaciones prohibidas, tienen ese sabor del desafío, del peligro, de ese límite que no se debe trasgredir.
Si partimos del término libertad, ya en su misma concepción nos aproximamos a una prohibición pues ésta termina donde comienza la libertad de un semejante.
Sin embargo, prohibir la mayoría de las veces encierra una dimensión coercitiva más que un aspecto liberador, ya que en sí conlleva connotaciones negativas como: sancionar, reprimir, aplicar, imponer, limitar, restringir, circunscribir, impedir, excluir, privar e inhibir.
Pero es entendible, que para establecer límites morales y legales se acuda a las prohibiciones, aunque sería más sencillo apelar al entendimiento, al uso de la razón, al raciocinio, al sentido común, al respeto hacia nuestros semejantes y hacia nosotros mismos.
¿Por qué atrae lo prohibido?
Prohibir implica vedar, establecer un impedimento a determinada acción. Por lo general, la reflexión frente a lo prohibido no es demasiado fructífera, pasa por ser aceptada, o por el contrario a ser resistida.
Y la atracción se despierta por enfrentar el desafío a lo prohibido, por rebasar los límites dado que se coarta en cierta forma la voluntad.
Por otra parte, lo prohibido es frustrante en lo referido a la restricción propiamente dicha. Constituye un contra-deseo, un obstáculo que se opone bloquea los impulsos, cierta limitación de la libertad personal.
Asimismo, las prohibiciones conllevan preguntas como: ¿ Cuáles son los motivos que llevan a prohibir? ¿Con qué autoridad? ¿Qué relación existe entre el contenido de la prohibición y la naturaleza de los deseos humanos?
Por su parte, los efectos de la prohibición varían de una persona a otra, así como también los fundamentos y qué autoridad tenga quien la dictó.
Es conveniente que la persona o institución que efectúa una prohibición satisfaga mínimas condiciones. Esto facilita el encuentro entre la ley y la conciencia y la predispone a un juicio mucho más recto y riguroso, libre de prejuicios. Esa persona o institución deberá tener autoridad moral y establecer buenos fundamentos.
Y como lo prohibido no es recibido de la mejor manera, los invito a cambiar de mentalidad, o al menos intentarlo.
Les propongo:
Dejar de lado el qué dirán, los horarios a raja tabla, los no rotundos, los no puedo, los no tengo tiempo, las dietas estrictas y abrirse a un quizás o un tal vez.
Respirar hondo y tomarse unos minutos para relajarse, escuchar música, leer un buen libro, dialogar con la familia y los amigos.
Caminar descalzos y sentir el pasto, la arena, la lluvia, el rocío, sensaciones agradables para nuestros sentidos que nos conectan con la naturaleza.
Intentar descontracturar nuestra espalda anuda y dolorida, dando paso a la relajación.
Dejar de lado, las caras agrias, los malos humores, las palabras agresivas, que sólo redundan en nuestro perjuicio.
Reír con intensidad y ganas, pues la vida se hace más llevadera, el sentido del humor es un ingrediente que le da sabor y luz a los días.
Si es posible, hacer una pausa, apagar todos los aparatos y escuchar el sonido de la naturaleza, el trinar de los pájaros, el ruido del mar, el sonido de la lluvia, y aspirar los aromas que llegan de la naturaleza.
Aplacar nuestra lengua, dispuesta a criticar en forma rápida y con tono inquisidor, y a pararnos delante de un espejo y mirarnos un rato antes de emitir alguna opinión, pues es muy fácil hablar y juzgar a los demás, si olvidamos primero juzgarnos a nosotros mismos.
Sentarnos con nuestros seres queridos a dialogar, a mirarnos cara a cara, a escucharnos unos minutos, pues muchas veces contestamos sin ni siquiera estar atentos, y cuando nos dicen: "Te acordás que te dije tal cosa", al oír estas palabras tomamos conciencia de que no escuchamos. Precisamos de esos minutos para establecer ese diálogo fundamental para que las relaciones familiares no se rompan.
No amargarnos por pequeñeces que tienen solución, y que en última instancia nos acortan el día.
Dejar de lado todo aquello que nos dañe o perjudique, sean personas o cosas, pues si nos causan daño no nos sirven, más que para nuestra propia destrucción.
Disfrutar de todo lo que nos haga sentir bien, pues de esos pequeños pero grandes momentos se compone la felicidad, sin olvidar que no existen vidas perfectas o situaciones idílicas, todos tenemos nuestros problemas.
Divertirnos al máximo, el tiempo es un bien escaso, y la vida pasa volando.
Desprendernos del sobrepeso de equipaje, cuanto más cargamos más difícil se hará el camino.
Sacar del vocabulario la palabra prohibido, pues los seres humanos somos capaces de decidir y discernir que hacer o no más allá de toda prohibición. Es un problema de criterio personal lo hago o dejo de hacer, por elección propia y consciente.
Finalmente, para ser capaces de decidir con criterio, previamente es importante educar. La educación es la base de la dignidad y la libertad humana, es la herramienta fundamental para traspasar todas las barreras, conforme a los valores y principios adquiridos, ellos nos permitirán tomar conciencia de que hacer o no, sin temor a penalizaciones o prohibiciones, sino por decisión propia, por criterio, por hacer lo que debemos, por sentido común.
http://www.vivencias.com.uy/2010/11/prohibido-prohibir.html
miércoles, 25 de enero de 2012
La caza del inmigrante.
Los grupos Rapsoda y La Jose cantan contra los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE).
"Los CIE son cárceles encubiertas del Estado para inmigrantes que cazan sin papeles (...) Es una vergüenza que en España en el siglo XXI haya este tipo de centros públicos propios de un régimen totalitario". Así presenta el tema Rapsoda en su canal de Youtube.
sábado, 21 de enero de 2012
Eduardo Galeano: Los valores sin precio.
En estos días están ocurriendo, en muchos países a la vez, numerosas manifestaciones populares contra la vocación guerrera de los amos del planeta. En las calles de muchas ciudades, esas manifestaciones dan testimonio de otro mundo posible. El mundo tal cual es, transpira violencia por todos los poros y está sometido a una cultura militar que enseña a matar y a mentir.
David Grossman, que fue teniente coronel del ejército de los Estados Unidos y está especializado en pedagogía militar, ha demostrado que el hombre no está naturalmente inclinado a la violencia. Contra lo que se supone, no es nada fácil enseñar a matar al prójimo. La educación para la violencia, que brutaliza al soldado, exige un intenso y prolongado adiestramiento. Según Grossman, ese adiestramiento comienza, en los cuarteles, a los dieciocho años de edad. Fuera de los cuarteles, comienza a los dieciocho meses de edad. Desde muy temprano, la televisión dicta esos cursos a domicilio.
Su compatriota, el escritor John Reed, había comprobado, en 1917, que “las guerras crucifican la verdad”. Muchos años después, otro compatriota, el presidente Bush Padre, que había desatado la primera guerra contra Irak con el noble propósito de liberar a Kuwait, publicó sus memorias. En ellas confiesa que los Estados Unidos habían bombardeado Irak porque no se podía permitir “que un poder regional hostil tuviera de rehén buena parte del suministro mundial de petróleo”. Quizá, quien sabe, alguna vez el presidente Bush Hijo publicará una fe de erratas sobre su propia guerra contra Irak. Donde dice: “Cruzada del Bien contra el Mal”, debe leerse: “Petróleo, petróleo y petróleo”.
Más de una fe de erratas será necesaria. Por ejemplo, habrá que aclarar que donde dice: “Comunidad internacional”, debe leerse: “Jefes guerreros y grandes banqueros”.
¿Cuántos son los arcángeles de la paz que nos defienden de los demonios de la guerra? Cinco. Los cinco países que tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Y esos custodios de la paz son, además, los principales fabricantes de armas. En buenas manos estamos.
¿Y cuántos son los dueños de la democracia? Los pueblos votan, pero los banqueros vetan. Una monarquía de triple corona reina sobre el mundo. Cinco países toman las decisiones en el Fondo Monetario Internacional. En el Banco Mundial, mandan siete. En la Organización Mundial de Comercio, todos los países tienen derecho de voto, pero jamás se vota. Estas organizaciones, que gobiernan el mundo, merecen nuestra gratitud: ellas ahogan a nuestros países, pero después nos venden salvavidas de plomo.
En 1995, la American Psychiatric Association publicó un informe sobre la patología criminal. ¿Cuál es, según los expertos, el rasgo más típico de los delincuentes habituales? La inclinación a la mentira. Y uno se pregunta: ¿No es éste el más perfecto identikit del poder universal?
¿Qué debe leerse, por ejemplo, donde dice: “libertad de trabajo”? Debe leerse: derecho de los empresarios a arrojar al tacho de la basura dos siglos de conquistas obreras. Se trabaja el doble a cambio de la mitad: horarios de goma, salarios enanos, despidos libres, y que Dios se ocupe de los accidentes, las enfermedades y la vejez. Las principales empresas multinacionales, Wal-Mart y McDonald’s, prohíben expresamente los sindicatos. Quien se afilia un sindicato pierde su empleo en el acto. En el mundo de hoy, que castiga la honestidad y recompensa la falta de escrúpulos, el trabajo es objeto de desprecio. El poder se disfraza de destino, dice ser eterno, y mucha gente se baja de la esperanza como si fuera un caballo cansado. Por eso la elección de Lula a la presidencia del Brasil va mucho más allá de las fronteras de este país: la victoria de un obrero sindicalista, que encarna la dignidad del trabajo, ayuda a difundir las vitaminas que todos necesitamos contra la peste de la desesperanza.
Para que no se diga que en Porto Alegre nos reunimos los contreras y resentidos de siempre, aclaremos que en algo estamos de acuerdo con los más altos dirigentes del mundo: también nosotros somos enemigos del terrorismo. Estamos contra el terrorismo en todas sus formas. Podríamos proponer a Davos una plataforma común. Y acciones comunes para capturar a los terroristas, que empezarían por la pegatina, en todas las paredes del planeta, de carteles que digan Wanted:
—Se busca a los mercaderes de armas, que necesitan la guerra como los fabricantes de abrigos necesitan el frío.
—Se busca a la banda internacional que secuestra países y jamás devuelve a sus cautivos, aunque cobra rescates multimillonarios que el lenguaje del hampa llama servicios de deuda.
—Se busca a los delincuentes que en escala planetaria roban comida, estrangulan salarios y asesinan empleos.
—Se busca a los violadores de la tierra, a los envenenadores del agua y a los ladrones de bosques.
—Y también se busca a los fanáticos de la religión del consumo, que han desatado la guerra química contra el aire y el clima de este mundo.
El poder identifica valor y precio. Dime cuánto pagan por ti, y te diré cuánto vales. Pero hay valores que están más allá de cualquier cotización. No hay quien los compre, porque no están en venta. Están fuera del mercado, y por eso han sobrevivido.
Porfiadamente vivos, esos valores son la energía que mueve los músculos secretos de la sociedad civil. Provienen de la memoria más antigua y del más antiguo sentido común. Este mundo de ahora, esta civilización del sálvese quien pueda y cada cual a lo suyo, está enferma de amnesia y ha perdido el sentido comunitario, que es el papá del sentido común. En épocas remotas, en lo más temprano de los tiempos, cuando éramos los bichos más vulnerables de la zoología terrestre, cuando no pasábamos de la categoría de almuerzo fácil en la mesa de nuestros vecinos voraces, fuimos capaces de sobrevivir, contra toda evidencia, porque supimos defendernos juntos y porque supimos compartir la comida. Hoy en día, es más que nunca necesario recordar esas viejas lecciones del sentido común.
Defendernos juntos, pongamos por caso, para que no nos roben el agua. El agua, cada vez más escasa, ha sido privatizada en muchos países, y está en manos de las grandes corporaciones multinacionales. (De aquí a poco, si seguimos así, también privatizarán el aire: por no pagarlo, no sabemos valorarlo y no merecemos respirarlo.) Para que el agua siga siendo un derecho, y no un negocio, una pueblada desprivatizó el agua, en la región boliviana de Cochabamba. Las comunidades campesinas marcharon desde los valles y bloquearon la ciudad. Les contestaron a balazos. Pero a la larga, después de mucho pelear, recuperaron el agua, el riego de sus sembradíos, que el gobierno había entregado a una corporación británica. Esto ocurrió hace un par de años. Defendernos juntos: hablando del agua, otro ejemplo más reciente. El petróleo mueve la sociedad de consumo, como se sabe, y, como también se sabe, tiene malas costumbres. Entre otras manías, se le da por derribar gobiernos, provocar guerras, intoxicar el aire y pudrir el agua. Hace poco, la marea negra, pegajosa y mortal, cubrió la mar y las costas de Galicia y más allá. Un barco petrolero se partió por la mitad y derramó miles y miles de litros de fuel-oil, con la irresponsabilidad y la impunidad que se han vuelto costumbre en estos tiempos en que el mercado manda y el Estado no controla nada. Y entonces, ante un Estado ciego y un gobierno sordo, que no hizo más que encogerse de hombros, los músculos secretos de la sociedad civil desataron su energía: una multitud de voluntarios enfrentó la invasión enemiga a mano limpia, armada de palos y tachos y lo que se pudiera encontrar. Los voluntarios no derramaron lágrimas de cocodrilo ni pronunciaron discursos de teatro.
Defendernos juntos y compartir la comida: una tonelada de comida y de ropa llegó recientemente, en tren, al rincón más pobre de la provincia argentina de Tucumán, donde hay niños que mueren de hambre. Y ese envío solidario provenía de los cartoneros, los pobres más pobres de Buenos Aires, que se ganan la vida revolviendo la basura pero son capaces de compartir lo poco, lo casi nada, que tienen.
¿Cuál es la palabra que más se escucha en el mundo, en casi todas las lenguas? La palabra yo. Yo, yo, yo. Sin embargo, un estudioso de las lenguas indígenas, Carlos Lenkersdorf, ha revelado que la palabra más usada por las comunidades mayas, la que está en el centro de sus decires y vivires, es la palabra nosotros. En Chiapas, nosotros se dice tik.
Para eso ha nacido y crecido este Foro Social Mundial, en la ciudad de Porto Alegre, modelo universal de la democracia participativa: para decir nosotros. Tik, tik, tik.
Los valores sin precio
Por Eduardo Galeano
* Palabras pronunciadas en el tercer Foro Social y Mundial. Derechos exclusivos de Página/12 en Argentina.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/16042-6312-2003-01-29.html
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