lunes, 29 de abril de 2019

La frontera de la indignidad.


Martes 2 de mayo a las cinco de la mañana, en el lado marroquí de la frontera de Ceuta. Unos treinta hombres y mujeres con muletas y en silla de ruedas quieren pasar hacia España sin esperar la cola inmensa de porteadores, la gente que se dedica a cargar bultos desde Ceuta a Marruecos. Hay una cola para mujeres y otra para hombres. Las dos abarcan casi medio kilómetro, con gente que lleva esperando más de 12 horas. Aunque cueste creerlo, los disminuidos físicos también cargarán con paquetes de varias decenas de kilos. Lo harán solos o con la ayuda de sus acompañantes y venderán lo que traigan en la ciudad marroquí de Castillejos. Pañales, ropa de marca (lo que más se cotiza), ropa usada, mantas, jabones, galletas, leche… Los productos se distribuirán después en cientos de tiendas repartidas en todo el país: Todo se revenderá después en las calles de Marruecos dos o tres veces más caro que en España.
El jefe de la policía marroquí en la frontera conmina a los inválidos a ponerse en la cola de hombres o mujeres. Y ellos se siguen negando.
Han dejado ya pasar a unos cuarenta ciegos- se queja un porteador con muletas. ¿Por qué no a nosotros?
Aunque también cueste creerlo, hay ciegos con bastones blancos que se ganan la vida cargando bultos. A la pobreza le acompaña a veces la picaresca. “No todo el que lleva muleta es cojo”, explica uno de los chavales que viven de ayudar a organizar las filas de coches. Más tarde, en el lado español, un supuesto ciego, ataviado con gorra, se echó la visera hacia abajo y torció la cabeza cuando este reportero sacó un teléfono para hacerle una foto. No obstante, la inmensa mayoría de los que están ahí guardando su turno, ciegos, cojos o sanos, viven al día.


UN PORTEADOR CON MULETAS

El paso de Tarajal II se inauguró el 27 de febrero para que los porteadores dispongan de un acceso exclusivo y no obstaculicen el tráfico de una frontera ya de por sí muy saturada. Se trataba de marcar unas horas de paso, de siete a once de la mañana, en vez de toda la jornada. Pero el intento de ordenar el caos ha provocado varias avalanchas. Una mujer de 22 años, separada y con un hijo de cuatro años, murió en marzo tras caer aplastada. Y el 25 de abril falleció otra, de 40 años y seis hijos. Las autoridades marroquíes cerraron Tarajal II durante una semana para hacer obras y reanudaron el martes 2 de mayo el tráfico de porteadores por el lugar donde se accedía antes.

Un policía sacó a los disminuidos físicos de la cola general en esta madrugada del 2 de mayo. Tal vez lo hizo para evitar nuevas víctimas en posibles avalanchas. Pero ahora no los dejan pasar por el acceso de los coches y ellos no quieren regresar a ella. Durante unos minutos se sientan en el suelo y bloquean el paso de los automóviles para protestar. El policía discute con ellos a voces, les dice que está bien, pero que entrarán solos, sin acompañantes. Al cabo de una hora seguirán esperando.

“Para trabajar como porteador”, explica un joven de los que se buscan la vida en la frontera, “hay que tener los papeles de residencia en la provincia de Tetuán. Mucha gente viene de otras partes de Marruecos, alquilan cualquier vivienda y sobornan a la autoridad de turno. El precio de esos papeles varía: unos han pagado 400 euros y otros mil, depende”.

También varía el precio de los bultos que lleven los porteadores en la espalda. “Esto es como la bolsa, sube y baja cada día. Ahora los bultos se están pagando a 50 euros, pero puede subir mucho”. Las mujeres se quejan de que la cola no avanza. Y si no avanza y llegan las once de la mañana, se quedarán sin pasar al otro lado, sin los 50 euros del bulto. Hay un militar cada diez metros, pero eso no impide que de vez en cuando haya riñas. “Nos tratan como cabras y nos suelen pegar”, dice una de ellas. “No pegan en el principio de la cola, porque ahí han puesto cámaras. Pero aquí, en el medio y el final de la cola, sí que lo hacen”.

Una porteadora señala: “Si alguien quiere saltarse la cola, deberá pagar 50 dírhams (cinco euros) al policía marroquí. Y al regresar, si no quieren tener problemas, lo ideal es darle algo de vez en cuando al policía marroquí: una caja de leche, de galleta, lo que sea. Ellos no necesitan ir a la tienda a comprar, lo tienen todo aquí”.

Ya en el lado español, los porteadores no tienen necesidad de adentrarse en Ceuta. Recogen su mercancía en un polígono situado cerca de la frontera. Desde febrero, la compañía Prosegur se encarga de distribuir unos tiques entre los porteadores, para llevar un control de la gente que accede a diario. Hay porteadoras que están a favor de ese sistema y otras en contra. Algunas dicen que así hay mucho más control y otros se quejan de que hay quienes revenden el tique a 30 euros. “Las que revenden son gente que no viven de esto. Son las marroquíes que van a trabajar en las casas de Ceuta”, explica Fátima. Ella es partidaria del sistema anterior a la construcción del nuevo acceso. “Antes podíamos dar hasta cuatro o cinco viajes en un día. Así he criado hoy a mis cuatro hijos. Y cuando la policía me veía embarazada me dejaba pasar primero”.

En lo alto de una explanada, en el lado marroquí, hay varios hombres junto a coches esperando la mercancía. “Los bultos suelen llevar marcas pintadas”, explica otro joven que se gana la vida en la frontera. “Las marcas te dicen del empresario al que pertenece el paquete. La policía conoce perfectamente esas marcas, desde lejos. Y sabe de sobra qué bultos hay que dejar pasar”.

Además, de los porteadores, está el negocio de los que cruzan con mercancías en los llamados coches pateras. Pero ahí no se aprecia tanta miseria ni humillaciones. Pero también se maneja muchísimo dinero y se obstruye el tráfico de una frontera siempre ajetreada.

https://elpais.com/politica/2017/05/08/actualidad/1494235998_151538.html

martes, 9 de abril de 2019

En San Francisco puedes buscarte la vida en el basurero de tu vecino multimillonario.



A tres cuadras de la casa estilo Tudor de diez millones de dólares que tiene Mark Zuckerberg en San Francisco, Jake Orta vive en un pequeño apartamento con una sola ventana, lleno de basura.
Hay un casco rosa para niños que Orta sacó del contenedor de basura que está frente a la casa de Zuckerberg. Además de una aspiradora, una secadora y una cafetera —todas en buen estado—, y un montículo de ropa que cargó hasta su casa en una bolsa de papel de Whole Foods luego de recuperarla del contenedor de Zuckerberg.

Orta, un veterano militar que se quedó sin hogar y ahora se aloja en viviendas subsidiadas por el gobierno, es un recolector de basura de tiempo completo; forma parte de una economía clandestina surgida en San Francisco. Se trata de personas que vigilan las aceras frente a los hogares de los multimillonarios en busca de cosas que puedan vender.

La recolección de basura clandestina, o recolección urbana, es una ocupación que por lo general se relaciona más con los barrios pobres que con una ciudad en el umbral de Silicon Valley. La Alianza Global de Recicladores, una organización de investigación y defensa sin fines de lucro, cuenta con más de 400 organizaciones de recolección de residuos en todo el mundo, casi todas en Latinoamérica, África y el sur de Asia.

Sin embargo, hay recolectores de basura en muchas ciudades estadounidenses y, al igual que la rampante escasez de vivienda en San Francisco, son un indicador de los extremos del capitalismo en este país. Una imagen panorámica de 2019: uno de los hombres más ricos del mundo y un recolector de basura viven a solo una corta caminata de distancia.

Orta, de 56 años, se considera más bien como un cazador de tesoros.

“Simplemente me sorprende lo que la gente tira a la basura”, contó una noche, luego de encontrar un par de pantalones de mezclilla de diseñador apenas usados, una chaqueta negra de algodón nueva, tenis para correr Nike y una bomba para bicicleta. “Nunca sabes lo que te vas a encontrar”.

Orta dice que su objetivo es ganar de unos 30 a 40 dólares al día a partir de sus hallazgos, un ingreso de supervivencia de alrededor de 300 dólares a la semana.

Rebuscar y recolectar en los basureros es ilegal en California: una vez que un contenedor se saca a la calle, su contenido se considera propiedad de la empresa de recolección de basura, de acuerdo con Robert Reed, portavoz de Recology, la compañía contratada para recolectar la basura de San Francisco. No obstante, casi nunca se hace cumplir la ley.

Orta nació en San Antonio, Texas, en una familia de doce hermanos. Pasó más de doce años en la Fuerza Aérea abasteciendo las aeronaves durante la guerra del Golfo de 1991 y fue enviado a Alemania, Corea y Arabia Saudita. Para cuando regresó a Estados Unidos, su esposa lo había dejado, tuvo problemas de alcoholismo y se quedó sin hogar. Se mudó a San Francisco, y hace cinco años logró hacerse beneficiario de un programa que ayuda a los veteranos sin techo.

En las seis ocasiones en las que Orta salió a las calles, acompañado por un reportero, siguió una variedad de circuitos pero a menudo terminaba explorando sus callejones favoritos y un basurero en el que ya había encontrado muchas cosas (la primera regla para hurgar en un contenedor, dijo, es asegurarte de que no haya ningún mapache ni zarigüeya en su interior). En marzo, el basurero contenía una caja de bandejas, platos y copas de plata, como si alguien le hubiera quitado el mantel a la mesa de un banquete en algún castillo europeo.

“¿Cómo dice el dicho?”, señaló William Washington, uno de los colegas recolectores de Orta. “La basura de uno es el tesoro de otro”.

Algunos de los hallazgos recientes de Orta han sido: teléfonos, iPads, tres relojes de pulsera y bolsas de marihuana (“me la fumé”, dijo cuando se le preguntó en cuánto la había vendido). A finales de agosto o en septiembre, a medida que los asistentes al festival anual Burning Man en el desierto de Nevada regresan a casa, Orta dijo que suele encontrar bicicletas abandonadas cubiertas de arena fina.

Orta aclaró que solo toma lo que la gente claramente ha desechado, aunque hace catorce años pasó unos cuantos meses en prisión por entrar a la fuerza a una cochera ajena en Sacramento e intentar robar una llave de tuerca para su bicicleta. “Fue un error estúpido”, admitió.
Los recolectores clandestinos de basura se clasifican en varias categorías amplias. Durante décadas, hombres y mujeres mayores han recolectado cartón, papel, latas o botellas, arrastrando bolsas increíblemente grandes por toda la ciudad para llevarlas a los centros de reciclaje a cambio de efectivo.

Lo que consterna más a la ciudad son las camionetas maltratadas, conocidas como “flotillas de mosquitos”, que andan por todo San Francisco recolectando residuos reciclables a una escala industrial, lo que deja a Recology, y por consecuencia a la ciudad, sin ingresos, explicó Bill Barnes, portavoz de la oficina del administrador de la ciudad.

“Ese es un problema importante para los residentes ya que provoca que haya índices más altos de basura”, dijo Barnes.

Los recolectores como Orta se encuentran en otra categoría, pues van tras los basureros destinados a los vertederos, cuyos contenidos de otro modo terminarían en lo que se conoce como la fosa: un agujero en el suelo a las afueras de la ciudad que parece una piscina gigante, donde la basura que no se puede reciclar se tritura y una excavadora enorme la compacta; luego una flotilla de camiones la lleva hasta un vertedero ubicado a una hora y media de distancia. La ciudad exporta casi 50 cargamentos al día.
Orta vende lo que recupera en los mercados improvisados en la calle Mission o en un mercado más formal que se instala los sábados en la avenida Julian. Es muy poco común que se vendan los juguetes para niños, a los padres no les gusta la idea de que provengan de la basura. La ropa de mujer también genera desconfianza, pero a los hombres no parece importarles mucho de dónde proviene su ropa, y los pantalones de mezclilla son fáciles de vender por cinco o diez dólares el par.

En el contenedor de reciclaje azul marcado con la dirección de Zuckerberg, había unas latas de gaseosa dietética A&W, cajas de cartón y propaganda de oferta de una tarjeta de crédito. En el contenedor destinado al vertedero había remanentes del pollo de la cena, un pan rancio y empaques de comida china para llevar.

Orta hurgó en una bolsa de basura del contenedor.

“Solo es basura, no hay nada aquí”.

/www.nytimes.com/es/2019/04/08/san-francisco-zuckerberg-basura
Por 

jueves, 14 de marzo de 2019

La pobreza rural se agrava en Perú y América Latina.


El  investigador principal, de Grade, Eduardo Zegarra, fue entrevistado en la revista belga Sos Faim sobre pobreza rural en el Perú. A continuación, compartimos la reproducción traducida al español de la entrevista completa publicada por Grade y el portal web Otra Mirada:

El último informe de las Naciones Unidas sobre la pobreza rural en América Latina y el Caribe señala que los países de estas regiones enfrentan un retroceso histórico en la lucha contra la pobreza rural.  Todavía no existen políticas y estrategias eficaces para reducir la pobreza en la región. 

- ¿Perú está afectado por el aumento de la pobreza rural en América Latina y el Caribe?

Desafortunadamente, sí. El Perú es uno de los países que, en los últimos 15 años, ha experimentado un crecimiento estrechamente vinculado al boom de las materias primas. Su crecimiento económico fue fuerte durante el período 2004-2012, y luego se desaceleró. Tuvimos tasas anuales del 6% que bajaron al 2-3%. Esta es la tendencia general en América Latina, y Perú está haciendo lo mismo.

Cuando el crecimiento supera el 5%, los sectores rurales también comienzan a experimentar efectos positivos en términos de reducción de la pobreza. Pero cuando el crecimiento está por debajo del 3-4%, la pobreza rural, en ausencia de políticas y estrategias, se estanca como ahora. No estoy seguro de que los países de la región hayan tenido estrategias particularmente coherentes para reducir la pobreza rural.

Cuando la pobreza disminuyó, fue más bien el resultado de factores de crecimiento macroeconómico. Los programas sociales se han utilizado en parte para aliviar la pobreza, pero son absolutamente insuficientes para resolver la raíz del problema. Perú no ha tenido estrategias específicas y coherentes: el 40% de la población rural es pobre y otro 40% se encuentra en situación de vulnerabilidad. En cualquier momento, cualquier choque económico o desastre natural puede hacer que los agricultores se debiliten.

- ¿Por qué esta pobreza rural es común a todos los países de América Latina?

Debido a que los sectores agrícolas están dispersos por todas partes, con altos costos de transporte, dependientes de los recursos naturales y expuestos a riesgos, por lo que atraen poco capital. En estos países, la mayoría de las inversiones se dirigen a las zonas urbanas y muy poco a las zonas rurales. Este desequilibrio significa que la productividad y los ingresos en las zonas rurales son mucho más bajos que en las ciudades. El 20% de la población vive en zonas rurales, pero sólo proporciona el 5-6% de la producción. Estos niveles de desigualdad son peligrosos para la estabilidad política y social. Esta cuestión también tiene una dimensión ética: una persona tiene tres veces más probabilidades de ser pobre cuando nace en el campo que en la ciudad. Por otro lado, la falta de desarrollo rural limita las posibilidades de desarrollo de todos los territorios.

- En su opinión, ¿cuál sería la manera de avanzar, cuáles serían las soluciones para tratar de reducir estos niveles de pobreza rural, y quién debería tomar esta responsabilidad?

Las políticas sociales por sí solas no son suficientes para resolver estos problemas. Estos apoyos sociales son importantes, hay que mantenerlos, pero son paliativos que no transforman la sociedad rural.

El desarrollo rural debe formar parte de las políticas públicas. La financiación privada va allí donde hay más rentabilidad, es decir, a las ciudades. Para intervenir con políticas públicas, a menudo es necesario contrarrestar la inclinación natural del mercado, dirigiendo voluntariamente los recursos a las zonas rurales. Esto es de importancia estratégica para la estabilidad y el crecimiento a largo plazo de la empresa.

Debe desarrollarse una estrategia para atraer inversiones a las zonas rurales en las ciudades intermedias, en centros de desarrollo con una amplia interacción con las zonas rurales. Esto no se ha hecho durante mucho tiempo porque aparentemente va en contra del neoliberalismo, que prefiere el sector financiero y los paraísos fiscales. Necesitamos un Estado con un proyecto de desarrollo que no separe la ciudad del campo. Para un desarrollo efectivo se necesitan ciudades intermedias fuertes, que generen demanda de insumos rurales y una dinámica que permita que el crecimiento futuro se centre mucho más en el país en su conjunto. Si queremos abordar el problema de la pobreza rural, será inevitable aplicar políticas de desarrollo espacial rural, que desempeñan un papel importante en la atracción de actores públicos y privados hacia los espacios intermedios.

También es necesaria la transformación institucional. En muchos países de América Latina, los procesos de centralización han sido mal gestionados y han tenido poco éxito. Los gobiernos locales siguen siendo débiles, desorganizados y los gobiernos nacionales son poco entusiastas a la hora de dar más poder a los gobiernos regionales. No existe un modelo de gobernanza descentralizado.

- El Perú suele ser considerado un país emergente y la cooperación internacional está saliendo gradualmente del país. ¿Por qué esta paradoja, si la pobreza en el campo sigue siendo masiva?

Entiendo que, en un contexto en el que el continente africano está experimentando niveles muy graves de pobreza, la mayor parte de la cooperación internacional se concentra allí. Sin embargo, creo que una cooperación internacional bien gestionada y centrada puede servir de catalizador para nuevos procesos. Debemos imaginar una transformación rural para reducir los niveles de pobreza. En este sentido, países como Perú todavía necesitan mucho asesoramiento y orientación sobre cómo desarrollar el mundo rural.

ttps://www.servindi.org/actualidad-entrevistas/14/03/2019/la-pobreza-rural-se-agrava-en-peru-y-america-latina

viernes, 18 de enero de 2019

Acnur invita a ponerse en los zapatos de los refugiados.


Frente a la situación de millones de refugiados que escapan de la persecución con la esperanza de encontrar un futuro más próspero y seguro, una nueva campaña procura generar conciencia sobre las dificultades que atraviesan en su huida en distintas partes del mundo.

La campaña “2.000 millones de kilómetros hacia la seguridad”, del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), busca concienciar sobre las largas y precarias travesías que muchos refugiados realizan buscando protección y seguridad y llama a todo el mundo a redoblar su apoyo.

“Todos los días, nos inspiran los gestos de generosidad de la gente que hace todo lo posible por mejorar la vida de los refugiados, como activistas, comunidades de destino, empresas, donantes y voluntarios”, destacó Kelly T. Clements, comisionada adjunta de Acnur.

“Esta campaña motivará a la gente a ayudar a los refugiados con lo que ya están haciendo, caminando, andando en bicicleta o corriendo”, añadió.

Según Acnur, los refugiados recorren unos 2.000 millones de kilómetros cada año para llegar a un destino seguro.

En 2016, refugiados sursudaneses recorrieron unos 643 kilómetros para llegar a Kenia, mientras que los rohinyás, en Birmania (Myanmar) tuvieron que desplazarse unos 80,4 kilómetros para llegar a Bangladesh.

Con ayuda de Acnur, Alin Nisa y su familia se refugiaron en Bangladesh, luego de que un grupo armado atacara su aldea en Birmania y secuestrara a muchos integrantes de su comunidad.

Nisa cargó a sus hijos pequeños a través de montañas y ríos, mientras su marido llevaba a su madre que no podía caminar.

La familia recorrió más de 96 kilómetros a pie hasta llegar al campamento de refugiados de Kutupalong, en Bangladesh.

Asimismo, Zeenab y su familia huyeron de Siria luego de que su casa fuera destruida y recorrieron casi 145 kilómetros hasta el campamento de refugiados de Zaatari, en Jordania.

“Estamos agradecidos. El invierno aquí es difícil, pero aun así es mejor que en Siria”, relató a Acnur.

Y qué mejor forma de comprender la difícil situación que viven esas personas obligadas a abandonar sus hogares que caminar y recorrer la misma distancia que algunos deben andar para ponerse a salvo.

Clements subrayó la importancia de recordar las travesías reales y peligrosas que deben recorrer los refugiados, en especial en un momento en que se siguen difundiendo ideas equivocadas sobre ellos.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, coincidió con esa visión durante la adopción del Pacto Mundial sobre Migración, en diciembre de 2018.

“Hay muchas ideas falsas sobre los migrantes. Pero no debemos de sucumbir al miedo ni a las falsas narrativas. Debemos pasar del mito a la realidad”, declaró entonces.

Ese tipo de relatos son evidentes en Estados Unidos, que busca cerrar la puerta a los refugiados.

El gobierno de Donald Trump, primero, dispuso una prohibición de 120 días al ingreso de refugiados, seguida de otra para quienes procedían de países de “alto riesgo”, como Sudán del Sur y Siria.

En enero de 2017, el gobierno de Estados Unidos redujo a más de la mitad la cuota para el ingreso de refugiados, con lo que solo 22.000 personas en esa situación pudieron ser reasentadas en el país en 2018, el número más bajo desde 1980.

En los últimos tiempos, el gobierno desplegó tropas en la frontera sur de Estados Unidos en un intento de evitar que migrantes procedentes de América Central ingresaran el país o solicitaran asilo.

La retórica en contra de los refugiados también aumenta en Europa, como es el caso de Bélgica, donde hubo protestas violentas por la participación de ese país en el pacto sobre migración.

Muchas personas en 27 países participarán en la campaña 2.000 millones de kilómetros hacia la seguridad, con lo que Acnur espera reunir más de 15 millones de dólares para ayudar a los refugiados a registrarse y suministrarles alimentos, agua, refugio y atención médica.

Las necesidades económicas de Acnur para 2019 ascienden a 8.500 millones de dólares, y hasta ahora solo recibió la promesa de 926 millones.

El Pacto Mundial sobre Migración es un paso importante para la concienciación y la acción, pero todavía queda mucho por hacer.

“Para las millones de personas que dejaron sus tierra natal hace poco o hace mucho tiempo atrás, la mayoría respetando totalmente la ley, tenemos mucho más para ofrecer”, observó Louise Arbour, representante especial para la migración internacional, en el cierre de la conferencia para adoptar el Pacto Mundial sobre Migración.

“Ya sea mediante la oportunidad de regresar a su país después de años en el exterior, volviendo con sus capacidades y los frutos de su trabajo, o mejorando las posibilidades de ver cómo sus hijos acceden a un futuro mejor en un país que, con orgullo, consideran suyo”, precisó.

Hay 68 millones de personas en el mundo obligadas a abandonar sus hogares, de las cuales 25 millones son refugiadas, casi tres millones más en tan solo un año.


http://www.ipsnoticias.net/2019/01/acnur-invita-ponerse-los-zapatos-los-refugiados/

miércoles, 2 de enero de 2019

“Creyeron en la buena fe y se encuentran atrapados en un limbo migratorio”



A un meses  del inicio de la Caravana Migrante, algunas y algunos migrantes,  en Mexico,  pasaron de refugiados a quedar librados a su suerte.

Ha pasado un mes cuando la primera caravana de migrantes centroamericanos se atrevió a desafiar la frontera sur. En ese momento la única opción viable,  que tuvo el gobierno mexicano para frenar las críticas a nivel internacional, por el carácter represivo con el que defendía la frontera sur, fue  mostrar un lado más humano. Su respuesta fue ofrecer y proporcionar el status de “refugiado” a quienes así lo solicitaran. Muchos y muchas migrantes al escuchar tal oferta, decidieron separarse de los grupos y se formaron para hacer cola en el paso fronterizo.

Ahora su realidad es muy diferente a como la imaginaron: han quedado estancados en la ciudad de Tapachula, primera gran ciudad con la que los migrantes comienzan a materializar el sueño de llegar más arriba. Creyeron en la promesa del Estado mexicano que obtendrían esa protección,  que no tuvieron en su país, creyeron en que tendrían el paso libre para transitar y continuar con su peregrinaje a Estados Unidos, creyeron en la buena fe de un país desconocido que se abría ante las dificultades que habían pasado.

Ahora que el paso de la Caravana se volvió una anécdota, es más común escuchar de las y los centroamericanos que cuentan su historia de abandono, burlas y maltratos. Los más afortunados han logrado recibir algo de ayuda monetaria y hasta han logrado dormir en habitaciones de hotel,  al no haber espacio en los refugios. Deambulan por la ciudad, esperando entender cuál será el siguiente paso a dar: quedarse en la ciudad, tratar de alcanzar a las caravanas por su propia cuenta, buscar trabajo, ahorrar dinero o simplemente dejarse vencer por las autoridades que están haciendo lo posible para que acepten la deportación voluntariamente.
Dunia Maribel Andino tiene 17 años, desde pequeña, abandonó el pueblo del Ocotal, de donde es originaria, y se fue a trabajar a Tegucigalpa como ayudante de cocinera. Se unió a la primera caravana hondureña junto a un grupo de amigos y amigas, con quienes solicitó la protección en México. Jamás se imaginó que pasaría días sin que le aclararan cómo estaría su estatus migratorio, a tal punto que ser menor de edad sin la compañía de algún pariente, le llevó a terminar en el local del Instituto Nacional de Migración (INM), quienes asumirán su cuidado temporal mientras ella, y otros menores cumplan con la mayoría de edad.
Rigoberto Pineda tiene 52 años y es un señor que ha visto y hecho de todo. En Honduras comenzó a agotar su esperanza de cambio luego que Juan Orlando Hernández se perpetuo en el poder. “Me vine con mi hijo menor en la Caravana. Cuando venimos a la frontera en grupo y ver la presión que hicimos, fue una gran emoción cuando logramos. Lo que nunca me imaginé, es que iba a pasar mis días como que estuviera enjaulado”.
Rigoberto guarda unos viejos billetes de lempiras que se encontró en el único pantalón que conserva. “Mire no vaya a ser el diablo, que se cansen de mí y me envíen de nuevo para allá. Más vale estar prevenido”.
Al no contar con la seguridad de alguna entrada de dinero fijo, los centroamericanos buscan vecindades donde se puedan costear la renta. En estas viviendas residen los más pobres y vulnerados de la ciudad.
Mesa improvisada con materiales abandonados de construcción que centroamericanos han habilitado para usar como cocina temporal.
Centroamericanos esperan firmar el listado que los acredita como solicitantes de ayuda humanitaria, en la esquina contraria a la oficina de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).
Es común encontrarse la camiseta del equipo de futbol hondureño vistiendo a las y los que hacen cola para firmar. “Por andar así, es costumbre que nos griten “Huevones busquen trabajo, regresen a su país” y a mí me dan ganas de contestarle que no saben por lo que he pasado para estar acá y seguir resistiendo estas cosas que no son de dios” expresa un joven hondureño.
Tarjeta especial que brinda la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) a las personas que han logrado llenar los requisitos para ser acogidos como refugiados temporales. Dicha tarjeta da el derecho a gastar 3,000 pesos mexicanos al mes (un aproximado de $146 dólares). “La clave es sacar el dinero de un solo, porque si la vas usando varias veces, te bajan con porcentaje que te gana el banco”
Rigoberto Pineda y su hijo Erick Fernando de 17 años. “Este sacrificio que estoy haciendo es por él. A mí que me tiren en cualquier lado, pero él tiene que tener una mejor vida, esa que yo no pude tener”.
Marvin Vivas, disidente político nicaragüense,  logró escapar de la cárcel conocida como el “infiernillo” luego de haber sido acusado de terrorismo junto a líderes campesinos y manifestantes. Llegó días antes que la caravana, pero su situación migratoria es similar a la de miles de centroamericanos que solicitan protección por violencia estructural o política. Ahora se dedica a vender donas en la calle.
Rigoberto pasa sus tardes con la puerta abierta en la vecindad para lograr aguantar el calor que se acumula en el pequeño cuarto.

http://www.marcha.org.ar

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Cambio climático fuerza a migrar a campesinos centroamericanos.


Mientras ordeña su vaca, el salvadoreño Gilberto Gómez lamenta que las malas cosechas, por exceso de lluvia o de sequía, prácticamente forzaron a sus tres hijos a abandonar el país y emprender el riesgoso viaje, como indocumentados, a Estados Unidos.
Gómez, de 67 años, vive en La Colmena, en el municipio de Candelaria de la Frontera, en el occidental departamento de Santa Ana.
El pequeño caserío está ubicado en el llamado Corredor Seco de Centroamérica, una vasta área que atraviesa buena parte del istmo, pero sobre todo golpea con su clima extremo las cosechas en Guatemala, Honduras y El Salvador.
“Eso los fue decepcionando, al ver que casi cada año perdíamos buena parte de las cosechas, y decidieron que tenían que irse, no veían como construir un futuro”, comentó Gómez a IPS, mientras desamarraba las patas traseras de la vaca, al terminar su ordeño.
Narró que su hijo mayor, Santos Giovanni, por ejemplo, trabajaba sembrando también maíz y frijoles, en una parcela de la misma extensión que la suya, “pero a veces no sacaba nada, ya sea porque llovía mucho, o a veces por una sequía que no dejaba prosperar los cultivos”.
El año en que sus hijos partieron, en 2015, Santos Giovanni perdió dos tercios de la cosecha por una sequía en un periodo inusual.
“Así no se puede”, lamentó, Gómez, que ha visto como en La Colmena parte de la quincena de familias del caserío ha quedado diezmada por la migración por problemas parecidos a los de su hijo.
El Corredor Seco, en particular en esas tres naciones, ha experimentado las sequias más graves de estos últimos 10 años, dejando a más de 3,5 millones de personas necesitando asistencia humanitaria, advertía ya en 2016 un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO).
Ahora la hija de Gómez, Ana Elsa, de 28 años; sus dos hijos, Santos Giovanni, de 31 años, y Luis Armando, de 17, todos de apellido Gómez, viven en la ciudad estadounidense de Los Ángeles.
“A veces nos llaman, y nos dicen que están bien, tienen empleo”, sostuvo.
El caso de la familia Gómez ejemplifica el fenómeno de la migración y su vínculo con el cambio climático y su impacto en las cosechas, y con ello, en la inseguridad alimentaria en las familias campesinas centroamericanas.
La Colmena, que carece de servicio de agua por cañería y luz eléctrica, se benefició hace algunos años con un proyecto para colectar agua lluvia, que los pobladores filtran para beberla, así como de reservorios para abrevar el ganado.
Sin embargo, sus cultivos aún se encuentran vulnerables ante la embestida del clima, con lluvias prolongadas y sequías, cada vez más imprevisibles e intensas.
Además de la violencia y la situación económica, el cambio climático es la tercera causa que está generando el éxodo de centroamericanos, sobre todo de Guatemala, Honduras y El Salvador, según el nuevo Atlas de Migración en el Norte de Centroamérica.
El informe, difundido el 12 de diciembre y elaborado por la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal) y la FAO, subraya que la mayoría de los migrantes de esos tres países provienen de áreas rurales.
Entre 2000 y 2012, agrega, hubo un aumento sustancial, de casi 59 por ciento, en el número de personas que emigran de esos tres países, que conforman el llamado Triángulo del Norte. Dentro de este,  77 por ciento de las personas que viven en el campo en Guatemala son pobres, y 82 por ciento en Honduras.
En los últimos meses, oleadas de ciudadanos de Honduras y El Salvador han emprendido el viaje a pie hacia los Estados Unidos, con la convicción de que el trayecto sería un poco más seguro al viajar juntos.
Viajar como migrante indocumentado hacia esa nación del norte implica una serie de riesgos, ya sea por el peligro de caer víctima de bandas criminales, sobre todo al cruzar México, o de morir en la ruta debido a las largas y extenuantes caminatas por desiertos.
Otro informe publicado por la FAO este mes, Mesoamérica en tránsito,  establece que de los cerca de 30 millones de migrantes internacionales latinoamericanos, unos cuatro millones provienen del Triángulo del Norte y otros 11 millones más de México, al que suman al estudio.
El estudio agrega que entre los principales factores que relacionados con la migración en El Salvador se encuentran la pobreza en los departamentos de Ahuachapán, Cabañas, San Vicente y Sonsonate; la vulnerabilidad ambiental en Chalatenango, Cuscatlán, La Libertad y San Salvador; y los problemas de violencia en La Paz, Morazán y San Salvador.
Mientras que la migración hondureña está fuertemente relacionada con la falta de oportunidades, pobreza y violencia en el noroeste del país y con la vulnerabilidad ambiental en la zona centro-sur.
Sobre Guatemala, el reporte indica que aunque en este país se observa una relación menos fuerte del comportamiento migratorio en función de las características territoriales, la tasa de expulsión aumenta en los municipios donde el porcentaje de población sin educación secundaria es mayor.
En México, la migración está relacionada con la pobreza en la zona sur y con la violencia en el occidente, noroeste y noreste; mientras que los problemas de vulnerabilidad ambiental parecen ser transversales.
“El informe muestra de forma contundente una mirada comprensiva del fenómeno, la decisión de migar es del individuo, pero es condicionada por el entorno”, dijo Luiz Carlos Beduschi, oficial de Desarrollo Rural de la FAO, en conversación con IPS desde Santiago de Chile, la sede regional del organismo.
Añadió que comprender lo que sucede en el campo es fundamental para entender la dinámica migratoria como un todo.
El estudio, publicado el 18 de diciembre, hace un “análisis multicausal, la decisión de quedarse o migrar está condicionada por conjunto de factores, entre ellos el climático, especialmente en el Corredor Seco de Centroamérica”, acotó Beduschi.
Para el especialista de la FAO, hay que promover políticas que ofrezcan a los productores rurales “mejores oportunidades para ellos y sus familias en sus lugares de origen”.
Se trata, detalló, “de garantizar que tengan las condiciones necesarias para decidir libremente si permanecen en casa o si migran a otro lugar”, sin que la pobreza, la violencia, el cambio climático y la falta de oportunidades mantengan a los territorios rurales como “expulsores” de su población.
En el caso de El Salvador, si bien hay conciencia a nivel gubernamental sobre los impactos del cambio climático en las cosechas y en el riesgo que implica para la seguridad alimentaria, poco se ha hecho para impulsar políticas públicas para enfrentar el fenómeno, dijo a IPS el activista Luis González.
“Hay planes nacionales y estrategias para enfrentar el cambio climático, para abordar el tema hídrico, entre otros, pero el problema es la implementación: se ve bonito en papel, pero poco se hace, mucho de esto es por falta de recursos”, añadió el integrante de la Mesa por la Soberanía Alimentaria, un conglomerado de organizaciones sociales que luchan por ese objetivo.
Mientras, en La Colmena, el campesino Gómez le ha dado ya la leche recién ordeñada a su esposa, Teodora Gómez, con la cual prepararán un poco de queso.
Están contentos de que tienen esa vaca lechera, comprada con el dinero que envió su hija desde Los Ángeles, y esperanzados a que el clima no eche a perder las cosechas venideras.


Por Edgardo Ayala
http://www.ipsnoticias.net/2018/12/cambio-climatico-fuerza-migrar-campesinos-centroamericanos/

jueves, 13 de diciembre de 2018

La caravana migrante o la marcha de los carritos infantiles.


n las sillas de las carriolas, como se llaman en México a los cochecitos infantiles, va una niña o un niño, pero  también mochilas, algún juguete, cobijas, colchonetas y un poco de comida para el camino. Los carros y sillas para niños ya van destartalados, algunos han aguantado el viaje desde América Central.
Llevan casi un mes caminando y más de 2.000 kilómetros recorridos. Los pequeños se aburren, hacen berrinches, se enfadan. Prácticamente todos se han enfermado y muchos muestran las huellas del cansancio. Sus padres los abrazan, los cargan, los llevan en hombros, los hacen caminar de prisa, les agarran de la mano para que no se les pierdan y les pasan algún juguete para que se entretengan. Pocos tienen energía para regañarlos.
Contra todo pronóstico, la Caravana Migrante que salió el 13 de octubre de San Pedro Sula, en Honduras, parece reagruparse y tomar más fuerza en cada parada. Aunque en cada lugar hay deportaciones y retornos asistidos, cada vez son más los que se une al contingente. Incluso mexicanos que aprovechan la la caravana para irse a los Estados Unidos.
Es el sueño de una vida mejor. ¿Cómo llegarán al norte? Con “el favor del señor”, responden.
El grupo de avanzada, que salió de Ciudad de México el viernes 9, estaba integrado por unos 700 jóvenes dispuestos a arriesgarse con tal de hacer su viaje más rápido. Y aunque había familias, la mayoría de las mujeres con niños optó por esperar un día más la posibilidad de un transporte seguro, que no llegó.
El grupo que salió el sábado 10, en cambio, era una tropa de bebés, niños, mamás (muchas muy jóvenes), ancianos y gente en sillas de ruedas.
Salieron todos juntos, a las 5 de la mañana, pero rápidamente se dispersaron por el camino. Algunos consiguieron un “aventón” (transporte solidario), otros tuvieron que caminar mucho más. La carretera federal 57, a la altura de la caseta de Tepozotlán, era una larga romería de humanos tratando de subirse a un camión o a un tráiler.
La escena, metros después de la caseta, era propia del realismo mágico mexicano: policías federales, curas, monjas, funcionarios con chalecos de la secretaría de salud y de la comisión de derechos humanos del Estado de México, todos convertidos en “polleros” que detenían los vehículos y organizaban la subida de cientos de familias a las cajas de tráileres. La fila se extendía más de un kilómetro.
Muchos, desesperados por el calor, comenzaron a caminar. Y así, a lo largo de la carretera se veían montones de personas avanzando.
Después de 12 horas de la salida de Ciudad de México, todavía había gente llegando a Querétaro, donde el gobierno estatal había dispuesto todo para que no entraran al estado, sino que bordearan por el libramiento directo hacia Guanajuato.
Pero los refugiados ignoraron las instrucciones que corría por el altavoz en la caseta, de llegar al cruce de Palmillas, donde el gobierno estatal instaló un campamento en medio de la nada.  La carpa instalada se quedó vacía, porque todos los que llegaban y veían que no había más gente y que estaba muy lejos de su destino optaban por seguir su camino hasta el estadio Corregidora.
En Querétaro, nunca se había visto algo así. Desde el viernes 9 por la tarde, los primeros migrantes llegaron a la ciudad y unos cuantos cientos se instalaron en las inmediaciones de la Alameda Hidalgo antes de ser trasladados a los pasillos interiores del estadio, que fungió como improvisado refugio.
Rebelión migrante y disculpas del gobernador
Querétaro es una ciudad acostumbrada a vivir la migración en silencio. Sus vías férreas han sido testigos del paso de cientos de miles de personas que en los últimos años han cruzado México siguiendo el sueño americano. Aquí, escondidos, expatriados, han vivido su propio suplicio.
Apenas algunos organismos de la sociedad civil, como la Estancia del Migrante González y Martínez atienden el asunto de manera global.
Pero este fin de semana la migración se rebeló. El monumento a Conín, sobre la autopista 57, que da la bienvenida a quienes vienen de la capital, vio como miles de migrantes llegaron con la frente al sol. Un éxodo doloroso que ocupó la casa de los Gallos Blancos, el equipo de fútbol que el fin de semana se había ido a jugar a Veracruz.
El gobierno del estado se vio forzado a adoptar una actitud proactiva, apenas unos días después del exabrupto del gobernador Francisco Domínguez. Cuestionado por el asunto de la Caravana que venía, afirmó que había que revisar los antecedentes penales de los migrantes pues la mayoría de venezolanos que han llegado son delincuentes. Horas más tarde tuvo que pedir perdón. Y ahora la atención a la Caravana se volvió una cuestión de Estado.
Las corporaciones de seguridad, Protección Civil, salud y atención a la familia están abocadas a la atención de más de 4 mil migrantes que llegaron a la ciudad. El operativo de salud atendió, hasta la mañana del sábado 10, a 135 personas, la mayoría por problemas respiratorios.
El caso más grave fue el de una joven que presentaba un aborto incompleto. Julio César Ramírez Argüello, secretario de Salud, informó que una joven embarazada arrastraba el problema desde hace días, pero no se atendió en la Ciudad México por apurar el paso y sufrió una infección severa. Es atendida en el Hospital de Especialidades del Niño y la Mujer.
Los pasillos internos del Corregidora, acostumbrados a la instalación de negocios y espacios de publicidad en los partidos del equipo local, fueron tapizados por colchonetas y cobijas, ingeniosamente colocadas sobre la infraestructura del lugar para crear sombras.
Aunque las autoridades sirvieron arroz, frijoles y tortillas para miles de migrantes, no fueron pocos los que recorrieron las calles aledañas del estadio buscando más opciones de alimentación: pollo rostizado, tacos dorados, gorditas rellenas. Fue un buen día para la economía local.
Tal vez por el lugar, muchos se animan a jugar con sus balones. Otros compran y venden cigarrillos, y algunas más juegan partidas de póker. Pero los más buscan taparse los rayos del sol para descansar un poco o tomar baños improvisados con algo de agua en un vaso. En algunos multicontactos se amontonan decenas de celulares para cargar baterías y avisar que están bien.
Por increíble que parezca, la rebelión funciona. Hacerse visibles en un estado donde eran invisibles les ha dado seguridad.
A mitad del camino
El vendaval migrante dejó Querétaro en pocas horas. Los migrantes que llegaron un día antes dejaron el estadio a primera hora del sábado para dirigirse a Guanajuato, su próximo destino. Tienen urgencia por llegar al norte. Pero tras este contingente, vienen varios más que recorren el sur del país.
Pero quienes este fin de semana se instalaron en el estadio Corregidora lograron, oficialmente, cumplir con la mitad de su objetivo. La línea está marcada en la zona turística de Tequisquiapan, donde se encuentra el Monumento al Centro Geográfico de México, que corta justo a la mitad el país. Una línea que marca un hito para la Caravana, en la que cientos de niños crecen rápidamente.
Cuando terminen su periplo serán no sólo habrán crecido algunos centímetros, sino que muchos de ellos, a su corta edad, han hecho frente a situaciones extraordinarias aun para los adultos.
Falta ahora la segunda parte del país antes de llegar a la frontera con Estados Unidos. Pero si algo quedó claro con la salida de Ciudad de México, el lugar donde han tenido más comodidades, es que esta Caravana ya perdió el miedo. La meta está cumplida a la mitad. Seguirán caminando, con sus carriolas destartaladas, con la meta fija en la frontera.

http://www.ipsnoticias.net/2018/11/la-caravana-migrante-la-marcha-los-carritos-infantiles/