martes, 12 de octubre de 2010

Tabare choque entre dos culturas.

El tema novelesco de Tabaré es el siguiente: Tabaré, hijo de un cacique charrúa llamado Carace y de una cautiva española, ha recibido de niño la gracia del bautismo; ya mozo, ve a Blanca, hermana del conquistador don Gonzalo, y se siente intensamente atraído por reminiscencias de su madre muerta; luchan en él su alma bautizada y sus hábitos guerreros; salva a Blanca de los brazos de un indio, pero don Gonzalo cree que él ha sido el raptor y lo mata (.Anderson Imbert, Literatura Hispanoamericana)

En Tabare encontramos esa confrontacion de dos mundos, el del conquistador y el conquistado. Pero yo diria que en ese indio de piel cobriza y ojos azules, representa el choque cultural de las civilizaciones, y que el poema muesta la lucha de su alma bautizada con sus habitos guerreros, pero en realidad podriamos decir que es a la inversa que es una rivalidad entre su alma guerrera y el habito de una creencia impuesta.
El que las caracteristicas fisicas en Tabare sean distintas a su raza no es ajena a pensar que es el predominio de una sobre la otra y la violacion de un origen. Y para concluir este poema epico el protagonista muere asesinado, metaforizando el exterminio de un pueblo, dejando a un pais con un difuso y perdido sentido de identidad.. ( Rosana Araujo)

Fragmento del Poema epico" Tabare" del escritor uruguayo Juan Zorrilla de San Martin.

XII
Ahogada por las sombras,
la tarde va a morir. Vagos lamentos
vienen, de los lejanos horizontes,
a estrecharse en el aire entre los ceibos.
Espíritus errantes e invisibles,
desde los cuatro vientos,
desde el mar y las sierras, han venido
con la suprema queja del desierto:
con la voz de los llanos y corrientes,
de los bosques inmensos,
de las dulces colinas uruguayas,
en que una raza dispersó sus huesos;
voz de un mundo vacío que resuena;
raro acorde, compuesto
de lejanos cantares o tumultos,
de alaridos, y lágrimas, y ruegos.
El sol entre los árboles
ha dejado su adiós más lastimero,
triste como la última mirada
de una virgen que fuere sonriendo.
Cuelgan, entre los árboles del bosque,
largos crespones negros;
cuelgan, entre los árboles, las sombras,
que, como ayes informes, van cayendo.
Cuelgan, entre los árboles del bosque,
tules amarillentos;
cuelgan, entre los árboles, los últimos
lampos de luz, como sudarios trémulos.
La luz y las tinieblas, en los aires,
batallan un momento;
extraña y negra forma cobra el bosque…
La noche sin aurora está en su seno.
Y, cual se oyen gotear, tras de la lluvia,
después que cesa el viento,
las empapadas ramas de los árboles,
o los mojados techos,
brotan del bosque, en que el callado grupo
está en la densa obscuridad envuelto,
ya un metálico golpe en la armadura
capitán o de un arcabucero;
ya un sollozo de Blanca, aun abrazada
de Tabaré con el inmóvil cuerpo,
o una palabra, trémula y solemne,
de la oración del monje por los muertos.

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