Cada años son asesinados unos 200.000 jóvenes en el mundo, lo que convierte al homicidio en la cuarta causa principal de muerte de las personas entre 10 y 29 años de edad, según un nuevo estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El informe, Prevención de la violencia contra los jóvenes: un panorama general de la evidencia, publicado el martes 27 por la OMS, ilustra la magnitud y las consecuencias del problema a nivel mundial.
Las tasas de homicidios juveniles calculadas en algunos países de América Latina, el Caribe y África subsahariana superan 100 veces o más las de Europa occidental y el Pacífico occidental, que tienen las proporciones más bajas del mundo.
La violencia contra los jóvenes tiene muchas formas, como el acoso, la agresión física, la violencia sexual y los homicidios.
El informe reveló que los jóvenes sufren 43 por ciento del número total de homicidios en el mundo. De ellos, 83 por ciento son hombres. La mayoría de los homicidas también son varones.
A su vez, la mayoría de los homicidios en este grupo etario se producen en países de bajos y medianos ingresos.
Las tasas de homicidios juveniles calculadas en algunos países de América Latina, el Caribe y África subsahariana superan 100 veces o más las de Europa occidental y el Pacífico occidental, que tienen las proporciones más bajas del mundo.
Por cada joven que pierde la vida por la violencia, muchos más son ingresados a los hospitales por lesiones graves. Por ejemplo, en solo un mes en Brasil hubo casi 5.000 casos de lesionados por hechos violentos, más de la mitad de ellos de 10 a 29 años de edad.
Este tipo de violencia tiene consecuencias para toda la vida, entre ellas la discapacidad física y problemas de salud mental. Un estudio reveló que los estudiantes que experimentan acoso y violencia escolar tienen de 30 a 50 por ciento más de probabilidades de sufrir depresión.
La violencia contra los jóvenes también genera otras consecuencias sociales, señaló el informe de la OMS, como bajos rendimientos educativos, sistemas de salud sobrecargados, futuras pérdidas de ingresos económicos, costos sociales asociados al miedo y la reducción de la cohesión social.
En Estados Unidos, los gastos médicos y la pérdida de ingresos derivados de la violencia contra los jóvenes ascienden a 20.000 millones de dólares por año.
La OMS destaca varios factores de riesgo que contribuyen a este tipo de violencia, como la participación previa en hechos delictivos, la falta de lazos sociales, el consumo de drogas, la pobreza, las relaciones entre padres e hijos, el maltrato infantil y el bajo rendimiento académico.
Como resultado de las numerosas causas posibles, la OMS evaluó 21 estrategias y políticas para evitar la violencia contra los jóvenes.
“Uno de los mayores obstáculos para prevenir eficazmente la violencia juvenil ha sido la falta de información acerca de qué cosas funcionan”, según el informe.
Entre las estrategias más prometedoras se encuentran los programas de crianza de los hijos y de desarrollo de la primera infancia, de prevención del acoso escolar, políticas de supervisión comunitaria orientadas a detectar problemas, leyes de control de armas y políticas de mejoramiento urbano.
En España, un programa de prevención del acoso escolar, con formación del personal educativo y del alumnado, logró una reducción en la victimización del 25 a 15 por ciento.
El programa brasileño Fica Vivo, de corte comunitario, brindó asistencia financiera y social de a los jóvenes con el fin de reducir la dependencia de los grupos criminales. El plan también vinculó a agentes de la policía con miembros de la comunidad para mejorar su conocimiento de la zona y reforzar las relaciones personales. Eso permitió una reducción de 69 por ciento en la tasa de homicidios en los primeros seis meses.
En la ciudad colombiana de Medellín las autoridades mejoraron la infraestructura de los vecindarios de bajos ingresos y construyeron un sistema de transporte público que conecta a las comunidades aisladas con el centro urbano. Las medidas redujeron las tasas de homicidio en 66 por ciento.
Aunque muchos de los programas están asociados a la salud pública, el informe instó a adoptar una estrategia multisectorial para lidiar con la violencia contra los jóvenes.
“La salud es solo uno de varios sectores cuyas contribuciones son esenciales si se quiere lograr un éxito sostenido en la prevención de la violencia juvenil”, declaró el director del Departamento de Gestión de Enfermedades no Transmisibles, Discapacidad, Violencia y Heridas de la OMS, Etienne Krug.
Sin embargo, la OMS señaló que la mayor parte de la evidencia se obtiene en países de altos ingresos, por lo que es difícil de aplicar en los de bajos ingresos. No obstante, la organización destacó la necesidad de adopción de un enfoque coordinado, sistemático y de largo plazo para la prevención de la violencia contra los jóvenes.
La resolución 67.15, aprobada por 184 Estados miembros en la 67 Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2014, incluye compromisos para prevenir la violencia contra los niños y niñas. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, de reciente aprobación, contienen compromisos más amplios para reducir todas las formas de violencia y muertes derivadas de ella.
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