martes, 14 de junio de 2011

La primavera árabe tiene perfume de mujer.

Las revueltas árabes contaron con la presencia de numerosas protagonistas invisibilizadas por los medios occidentales. Las revoluciones de Túnez y Egipto instalaron a la figura femenina como protagonista del cambio. El efecto de la Primavera Árabe tiene aires de expansión y en las últimas semanas se concentró en Bangladesh.

Durante el pasado mes de abril, en Bangladesh, activistas de la organización nacional de mujeres Jatiya Mahila Sangstha se manifestaron en por la implementación de una política nacional a favor de la igualdad de género, pese a la dura resistencia de religiosos islámicos.

La movilización, llevada a cabo en diversas ciudades del país, congregó a cientos de mujeres que realizaron una cadena humana, pidiendo por el cumplimiento de la Política Nacional para el Desarrollo de las Mujeres (PNDM).

El proyecto, redactado por primera vez en 1997 y modificado en numerosas oportunidades, fue aprobado por el primer ministro de Bangladesh, Jeque Hasina, los primeros días de marzo, en vísperas del Día Internacional de la Mujer.

La PNDM reconoce la situación desigual de la mujer y plantea la necesidad de tomar medidas que involucren diversos ámbitos de la vida, tanto en el plano social como en el político y económico. El principal reconocimiento plasmado en el documento, es la consideración de los derechos de la mujer como derechos humanos.

La iniciativa que promueve la igualdad de género produjo el rotundo rechazo de los líderes islámicos, aliados con la principal fuerza opositora, el Partido Nacionalista de Bangladesh (PNB). Los clérigos se manifestaron públicamente una semana antes de la movilización femenina y sostuvieron que se oponen a la equidad de género porque las normas del Islam no lo permiten.

Los opositores, reunidos bajo la bandera de la organización llamada "Comité de Aplicación de la Ley Islámica" se niegan, principalmente, a adoptar leyes que garanticen a las mujeres los mismos derechos de propiedad y herencia que los hombres.

Cabe destacar que Bangladesh, con un 90 por ciento de población musulmana, tiene un sistema judicial laico. Sin embargo, la población religiosa sigue cumpliendo con la ley islámica en asuntos relacionados a propiedad y herencia. Las mujeres, al heredar, reciben tan sólo la mitad de lo que les corresponde.

El principal campo de explotación y discriminación por género es el laboral. Más de dos tercios de las mujeres trabajan en talleres textiles, pertenecientes a grandes marcas como Zara, Gap, H&M y Wal-Mart, en condiciones infrahumanas.

Según la organización española Intermón Oxfam las víctimas "están expuestas al acoso moral y sexual, no cuentan con medidas que apoyen su maternidad, se dificulta su derecho a ejercer la sindicación, sufren problemas de seguridad e higiene y, en general, soportan mayor precariedad que los hombres".

En materia laboral, la PNDM apunta a promover la igualdad de derechos y a crear una fuerza de trabajo femenina educada y capacitada que pueda contribuir al desarrollo nacional.

Sultana Kamal, integrante de "Ain-O-Salish Kendra" -una de las más importantes organizaciones de Bangladesh que lucha por los derechos femeninos- afirmó que "habrá más mujeres capacitadas y educadas, tomarán decisiones informadas y tendrán papeles de liderazgo en el desarrollo de áreas rurales".

Precedentes en Túnez y Egipto

La participación activa de las mujeres en la defensa de los derechos humanos, no se acota al país bengalí. Antes estuvo presente en otras revueltas como las de Egipto y Túnez. La presencia femenina en las calles no constituyó una mera fuerza de apoyo sino que fueron las encargadas de la organización, la estrategia y la difusión de la información. En Túnez, las mujeres alzaron su voz y tuvieron un papel clave en el derrocamiento del régimen de Zine el Abidine Ben Alí.

Además, la revolución tunecina no se redujo a la destitución del líder que llevaba más de 23 años en el poder. Las luchadoras femeninas continúan manifestándose para lograr el procesamiento judicial de varios miembros de las fuerzas policiales que, durante la época del caos, entraron a muchas casas, y atacaron, violaron y torturaron a decenas de mujeres y niños.

La Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas (ATFD por sus siglas en inglés), lucha desde los años de 1990 por los derechos igualitarios para las mujeres. Recientemente creó la "Comisión de la verdad", una alternativa autónoma a la oficial para investigar los crímenes cometidos durante la dictadura de Ben Alí.

Desde la organización se continúa el reclamo de justicia para las familias afectadas por los ataques de efectivos policiales, además de pedir por el otorgamiento de los recursos necesarios para que cada caso en se pueda llevar a juicio y se condene a los responsables de los hechos.

Paralelamente, la ATFD realiza trabajo barriales bajo el lema "Igualdad y ciudadanía" para fomentar el conocimiento y la lucha por los derechos de la mujer en zonas marginales y pueblos del interior del país.

Desde el trabajo por cambios legislativos, las mujeres en lucha también participan de la comisión preparatoria de los cambios constitucionales en defensa de sus dos banderas más importantes: la separación de lo religioso de lo político, y la igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos.

Del mismo modo, en Egipto, activistas femeninas participaron de la revolución que terminó con el gobierno de Hosni Mubarak, después de 30 años de dictadura. Las mujeres ocuparon roles claves en la organización y utilizaron las nuevas redes sociales para convocar a la participación popular.

Gran repercusión tuvo el video, difundido a través de la red social Facebook, en el que una muchacha islámica, Asmaa Mahfuz, invitaba a los egipcios a manifestarse masivamente el 25 de enero en la Plaza Tahrir.

Las mujeres egipcias representan más de un 20 por ciento de la fuerza laboral asalariada; y fueron las que tomaron la inciativa, en muchos casos, de organizar protestas y huelgas en reclamo por derechos laborales. Incluso, durante el apogeo de manifestaciones contra el régimen de Murabak, las trabajadoras formaron un nuevo sindicato de alcance nacional.

A pesar del derrocamiento del Estado autoritario en Egipto y el desmantelamiento de su poder y del de sus seguidores, las mujeres aún tienen mucho por qué luchar: las leyes que atentan contra la igualdad y dignidad de los ciudadanos de Egipto deben desaparecer.

Se creó un comité especial para redactar un borrador de una nueva Constitución (para sustituir a la anterior, reformada en forma arbitraria por Mubarak). Sin embargo, en este comité no participa ninguna mujer, lo que despertó protestas por parte de organizaciones femeninas y de aquellos egipcios que apoyan los ideales revolucionarios.

Los levantamientos femeninos son una realidad innegable en mundo árabe. La imagen reproducida en occidente de mujer sumisa, sin derecho a voz ni a voto, poco tiene que ver con la mujer islámica de hoy. Bangladesh, Túnez y Egipto, son tan sólo tres de los países musulmanes que luchan por un cambio. La primavera árabe parece estar recién empezando, y tiene perfume de mujer.