jueves, 10 de julio de 2014

EEUU viola derecho internacional con respuesta a ola migratoria.


Organizaciones de derechos humanos manifiestan su alarma por la forma en que el gobierno de Estados Unidos maneja la inédita oleada inmigratoria de decenas de miles de niños y niñas indocumentados procedentes de América Central.
El presidente Barack Obama anunció que bases militares serán convertidas en centros de detención para albergar a los cerca de 50.000 menores sin acompañante que llegaron a la frontera austral de Estados Unidos en los últimos meses. Datos recientes indican que hasta unos 300 menores de edad son detenidos a diario, aunque las razones de su arribo están en discusión.
Mientras, se acumulan las voces contrarias al plan del gobierno y algunos sugieren que los centros de detención violarían las obligaciones internacionales que Estados Unidos suscribió en materia de derechos humanos.
“Nos inquieta mucho saber que el gobierno de Obama tiene previsto abrir más centros de detención de familias, comenzando con uno grande en Nuevo México”, declaró Clara Long, de la organización Human Rights Watch.
“Hay evidencias de que la detención de niños causa un daño grave y a veces duradero, lo cual incluye a la depresión, la ansiedad y el daño cognitivo. Es por eso que la detención de niños por su situación migratoria está prohibida por el derecho internacional”, aseguró en diálogo con IPS.
El viernes 27, el Centro de Detención de Artesia, en Nuevo México, comenzó a recibir familias, en su mayoría mujeres con hijos, con la intención de deportarlos en un plazo de dos semanas.
En 2009, Estados Unidos detuvo a menos de 20.000 menores de edad por cargos de inmigración. Sin embargo, entre octubre de 2013 y mayo se registraron más de 47.000 detenciones, un aumento superior a 50 por ciento.
Tras el notable incremento en el ingreso de niños con problemas de refugiados, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entrevistó a más de 400 niños y niñas sobre las experiencias que tuvieron en sus países de origen.
El organismo mundial concluyó que casi 60 por ciento cumplía con los requisitos para recibir protección internacional, en lo que consideró un cálculo conservador.
“Escuchamos relatos de niños que vieron a sus compañeros de aula torturados, desmembrados, amenazas contra las niñas”, declaró el miércoles 26 Leslie Vélez, del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
“Esto no tiene que ver solo con las pandillas, sino con grupos armados criminales, tráfico de drogas, carteles, organizaciones criminales transnacionales. Todas operan con una impunidad cada vez mayor”, añadió la funcionaria.
La detención como disuasión
Cuando un niño o niña es detenido en la frontera, normalmente se lo retiene en una estación de la patrulla fronteriza y, en el plazo de 72 horas, se lo traslada a una oficina federal de reasentamiento. A continuación, en 90 por ciento de los casos, se lo deja en manos de un tutor en Estados Unidos, por lo general un familiar, y luego debe comparecer ante un tribunal.
La oleada creciente desde 2013, sin embargo, significa que muchos niños y niñas permanecen en las oficinas de control fronterizo más allá del límite de 72 horas, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Organizaciones no gubernamentales presentaron una queja contra el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos que incluye más de 100 denuncias de abuso físico, verbal y sexual de parte de los agentes contra los niños.
“Tenemos que sacar a la gente de la frontera y tramitarlos, por lo que no nos oponemos necesariamente a un centro de detención de corto plazo”, señaló Michelle Brane, de la Comisión de Mujeres Refugiadas, una organización activista, a IPS.
“Pero se habla mucho de ‘parar la corriente’, de usar la detención como forma de disuasión, y estamos en contra de eso. Impedir que la gente tenga acceso al asilo incumple el derecho internacional de los refugiados”, afirmó.
Líbano, Egipto y Jordania recibieron a millones de refugiados sirios en territorios mucho menores que el de Estados Unidos, que suele pedirle a los demás países que cumplan con las normas internacionales de protección, señaló Brane. “Los números aquí son pequeños en comparación”, recordó.
En 2006, Brane visitó un centro de detención donde encontró niños estresados, que perdían peso y no podía salir a la calle.
“Cuando les preguntamos a los niños y sus madres cómo les iba, rompían a llorar… no existe una manera humana de encerrar a los bebés”, destacó.
Brane asegura que existen alternativas comunitarias más baratas y eficientes que los centros de detención, en las que los migrantes indocumentados comparecen ante los tribunales 96 por ciento de las veces.
Otros opinan que las condiciones actuales no son tan malas.
“Todos los que pasan por allí definitivamente sienten que no es un lugar ideal para los niños. ¿Pero se atienden las necesidades básicas de los niños? Así es”, aseguró  Juanita Molina, directora ejecutiva de la organización independiente Red de Acción Fronteriza, sobre su reciente visita a un centro de detención en Arizona.
Muchos funcionarios hacen lo mejor que pueden en su trato con los niños, y algunos de los centros tienen juguetes, añadió. Pero la falta de instalaciones y de personal puede derrotar incluso a los empleados con las mejores intenciones, advirtió Molina a IPS.
“El gobierno federal debe replantearse la forma en que ve esta situación, no como una crisis de detención, sino como una crisis humanitaria y de refugiados”, añadió.
Molina y Brane cuestionaron la velocidad oficial para tramitar los casos. El viernes 27, el gobierno de Obama anunció que procesaría los casos en el centro de detención de Artesia en un plazo de 10 a 15 días.
“La falta del debido proceso parece una irresponsabilidad”, expresó Molina. “Es posible que sea legal, pero no es moral”, afirmó.
Las causas subyacentes
Especialistas en migración argumentan que la causa subyacente del problema es la violencia en América Central y no las políticas permisivas de inmigración en Estados Unidos, como sostienen legisladores conservadores en este país.
“Esta inmigración infantil no es consecuencia del fracaso de la seguridad fronteriza”, dijo a IPS la analista Michelle Mittelstadt, del Migration Policy Institute, un centro de investigaciones de Washington.
“Es el resultado de factores de presión profunda en América Central, la violencia, la inestabilidad y la falta de oportunidades económicas, junto con las consecuencias, a veces involuntarias, de leyes, políticas y fallos judiciales de Estados Unidos humanos y bien intencionados”, señaló.
Y de “las redes de contrabando humano cada vez más sofisticadas que les comunicaron a los centroamericanos que sus hijos puedan entrar a Estados Unidos”, añadió Mittelstadt.
El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció desde Guatemala el 20 de junio que Washington destinará 254 millones de dólares de ayuda para frenar la violencia en América Central.
“La respuesta de la administración de Obama, hasta ahora, acierta en algunas de las respuestas inmediatas y a largo plazo necesarias para lidiar con este aumento importante de la corriente” inmigratoria, según Mittelstadt.
“Las diversas formas de asistencia para América Central representan un reconocimiento de los factores profundos en la región que son responsables de una parte de la corriente inmigratoria, como la pobreza endémica, la falta de oportunidades económicas y la violencia de las pandillas”, destacó.
Pero no queda claro si la nueva ayuda representa un compromiso de una sola vez o es algo a largo plazo, agregó.
Tampoco está claro el efecto que esta crisis tendrá sobre los intentos legislativos de reformar las políticas de inmigración de Estados Unidos.
“Creo que esta crisis pone de relieve la urgente necesidad de una reforma migratoria integral”, dijo Long, de Human Rights Watch.
“La reforma migratoria abordaría simultáneamente los abusos en curso a los derechos humanos en el sistema de inmigración, incluida la separación de las familias y las comunidades que viven con miedo. También proporcionaría certeza acerca de la ley y quienes son elegibles o no para el estatus legal”, concluyó.

Por Michelle Tullo
http://www.ipsnoticias.net/2014/06/eeuu-viola-derecho-internacional-con-respuesta-a-ola-migratoria/

martes, 8 de julio de 2014

La crisis anunciada de los niños migrantes de América Central.


A principios de mayo, la Casa del Migrante de Irapuato, en el centrooccidental estado de Guanajuato, en México, recibió a un grupo de 152 personas procedentes de Honduras que pertenecían al grupo étnico afrocaribeño garífuna. De ellas, 60 eran niños y niñas.
“Fue un domingo”, recordó Bertha, la cocinera. “Venían con niños de todas las edades, desde bebés. Estuvieron solo unas horas, se bañaron, comieron y se fueron. Tampoco hablaban mucho. Le pregunté a una de las mujeres si estos niños no van a la escuela y solo me dijo: ‘no madre, ahorita no podemos’ y calló”, describió a IPS.
Entre mayo y junio, este albergue recibió más de 400 niños, mayoritariamente provenientes de Honduras. Viajaban en grupos grandes. Solo una vez, se quedaron más de cuatro horas.
“Hablaron muy poco, no nos dijeron cómo viajaban, aunque sabemos que no venían en el tren; tampoco quisieron decir qué camino seguirían”, contó a IPS la responsable del albergue, Guadalupe González.
Unos 1.000 kilómetros al sureste, en LA72 Hogar Refugio para Migrantes de Tenosique, un municipio del estado de Tabasco en la frontera con Guatemala, también viven el cambio.
Comenzaron a detectar un incremento considerable de jóvenes migrantes de 14 a 18 años no acompañados, de mujeres con niños pequeños y grupos de garífunas, que antes eran esporádicos en la ruta migratoria hacia Estados Unidos.
México tiene en el norte de su territorio una frontera con ese país de 3.152 kilómetros, mientras al sur limita con Guatemala, con 956 kilómetros, y Belice, con 193 kilómetros. Entre las dos fronteras hay unos 3.200 kilómetros de largo en línea recta. Pero las seis rutas migratorias suman más de 5.000 kilómetros de recorrido de sur a norte.
El mismo patrón que en otros hospedajes se registró en el Albergue Belén, Posada del Migrante, en Saltillo, capital del nororiental estado de Coahuila, en la frontera con Estados Unidos, donde a partir de mayo la afluencia de niños pasó de un promedio de cuatro cada mes, a cuatro cada día.
“Es una situación extremadamente alarmante”, dijo a IPS el sacerdote Pedro Pantoja, responsable del albergue y un gran especialista en asuntos migratorios.
Aún no está claro qué originó este éxodo de niños y niñas centroamericanos, muchas veces solos, que ya desbordó la capacidad de atención de la Guardia Fronteriza de Estados Unidos y provocó una crisis humanitaria en ese país, según lo declaró su presidente, Barack Obama.
Los defensores de los migrantes en México lo atribuyen al esparcimiento de rumores sobre la regularización futura para quienes entren a Estados Unidos siendo niños.
Eso es, al menos, es lo que motivó a Delsy, un joven hondureña de 20 años que aparenta unos cuantos menos, a emprender el camino rumbo al norte, dejando atrás a su madre, cuatro hermanos y a su pequeño hijo de 15 meses.
“Me dijo una persona que si me pongo de menor de edad, en (la noroccidental ciudad fronteriza de) Tijuana puedo pasar a Estados Unidos. Que sí se puede, porque así pasó ella”, dijo a IPS en el albergue de Irapuato, poco antes de subirse al tren que la llevaría a la frontera.
Desde octubre de 2013, más de 52.000 menores de edad han sido detenidos en Estados Unidos. En Texas y Arizona, dos estados fronterizos con México, los centros de detención y bases militares están saturados, y los menores permanecen hacinados a la espera de su deportación.
Organizaciones defensoras de los derechos de las personas migrantes, como el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova (CDHFrayMatías), en la sureña ciudad de Tapachula, en el estado de Chiapas, habían documentado el aumento sistemático en el flujo y detención de la población infantil desde 2011.
Sin embargo, ninguno de los gobiernos involucrados tomó medidas para contenerlos. Lo que sí cambió fue el lugar de procedencia, pues antes de 2014, México era el principal país de origen de la niñez migrante.
En cambio, del 1 de octubre de 2013 al 15 de junio de 2014 las autoridades estadounidenses detuvieron a 15.027 niños de Honduras, 12.670 de Guatemala, 12.146 de México y 11.436 de El Salvador, de acuerdo con datos del Servicio de Protección de Aduanas y Fronteras de ese país.
El Centro de Investigaciones Pew, con sede en Washington, relacionó estos nuevos lugares de origen de los menores con los índices de violencia.
“Hay una crisis humanitaria, no solo en Estados Unidos, sino en el triángulo norte de Centroamérica, principalmente en Honduras, que obliga a salir de la región a niños y niñas y personas víctimas de la violencia social y política”, dijo a IPS el activista Diego Lorente, del CDHFrayMatías.
El problema puede ser peor, porque miles de menores migrantes que salen de estos lugares no llegan a Estados Unidos. Las organizaciones humanitarias estiman que cuatro de cada 10 niños de este éxodo ni siquiera llegan a la frontera norte.
Algunos son detenidos en México. El gubernamental Instituto Nacional de Migración informó que entre del 1 de enero y el 26 de junio había “rescatado” a 10.505 menores migrantes, que están en proceso de ser deportados a sus países.
Pero hay muchos más que simplemente desaparecen en el territorio mexicano.
“Es una sangría espantosa. Son niños de 13 a 16 años, que van derechito tanto a la trata sexual, a la trata laboral, a ser masacrados, a ser desaparecidos, y también a ser sicarios”, dijo Pantoja, del albergue de Saltillo.
En Estados Unidos, la ley establece que los niños deben ser procesados en las 72 horas posteriores a su detención. La salida que tiene la mayoría es que un familiar los reclame legalmente o que permanezcan en albergues por mucho tiempo. Y al cumplir la mayoría de edad deberían ser deportados.
El 30 de junio, Obama anunció que su reforma migratoria entró en punto muerto en la Cámara de Representantes, dominada por el opositor y derechista Partido Republicano, por lo que a partir de ahora gobernará por decreto para intentar resolver la crisis.
Pero el problema no tiene una salida sencilla. Según las autoridades hondureñas, en lo que va del año, unos 3.000 niños han desertado de las clases para emprender el “sueño americano”.
“En centros educativos de las comunidades garífunas de la costa norte del país están registrando que muchos niños están desertando de las clases porque salen del país con sus padres o personas particulares rumbo a Estados Unidos”, publicó el 28 de junio el diario hondureño La Tribuna.
“Se corrió el rumor, se salió de control, y ahora parece que no hay forma de detenerlos”, dice Guadalupe González, en el albergue de Irapuato, mientras dos jóvenes hondureñas se alejan, convencidas de que si logran llegar a la frontera podrán cruzarla con solo decir que son menores de edad.

Por Daniela Pastrana
http://www.ipsnoticias.net/2014/07/la-crisis-anunciada-de-los-ninos-migrantes-de-america-central/