jueves, 15 de enero de 2015

Indígenas expulsados de la reserva de tigres de ‘El libro de la selva’ .



Personas indígenas expulsadas denuncian que el Departamento de Bosques amenazó con liberar elefantes que aplastarían sus hogares y cultivos si no se marchaban inmediatamente.

En nombre de la conservación de tigres los indígenas están siendo expulsados forzosa e ilegalmente de la Reserva de Tigres de Kanha, en la India. Esta reserva es el lugar donde transcurren las tramas de El libro de la selva de Kipling. Por toda la India, muchos más pueblos tribales se enfrentan a una amenaza similar.

Personas indígenas expulsadas denuncian que el Departamento de Bosques amenazó con liberar elefantes que aplastarían sus hogares y cultivos si no se marchaban inmediatamente.

El área es el hogar ancestral de las tribus baiga y gond, que afrontan un futuro desolador sin sus selvas.

Las familias han sufrido acoso y hostigamiento durante años para que se fueran de la reserva. Cuando finalmente fueron expulsadas, no recibieron tierra ni apoyo para establecerse en el exterior. Meses después de haber sido desterradas, las familias denuncian que únicamente han recibido una parte de la compensación que esperaban. Otros no han recibido nada.

"Recibimos algún dinero, pero nos encontramos perdidos, deambulando en busca de tierra. Aquí solo hay tristeza. Necesitamos la selva", manifestó una de las personas expulsadas del poblado Jholar en Kanha.
Ahora las comunidades se han dispersado por las aldeas de los alrededores. Sus derechos a permanecer en sus bosques, vivir de ellos y protegerlos están reconocidos por la legislación de la India.

Un hombre baiga dijo a Survival antes de la expulsión: "Quieren darnos dinero. No queremos su dinero. Queremos tierra. El dinero no significa nada para nosotros. Viene y se va".

Visualiza este vídeo con emotivas entrevistas a los residentes de la aldea Jholar, en la reserva de tigres de Kanha, que ahora han sido expulsados (grabación de 2012).

Survival International, el movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas y tribales, ha escrito al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que ha estado proporcionando apoyo al personal de primera línea del Departamento de Bosques en infraestructuras, formación y equipamiento.

Los pueblos indígenas y tribales son los mejores conservacionistas. La campaña de Survival "No hay parques sin pueblos" desafía el modelo actual de conservación. Las organizaciones conservacionistas deben ajustarse al derecho internacional, proteger los derechos de los pueblos indígenas y tribales a sus tierras, preguntarles qué necesitan para proteger sus territorios, escucharlos y estar preparados para respaldarlos tanto como sea posible.

El director de Survival, Stephen Corry, declaró hoy: "Lo que está sucediendo en Kanha personifica el lado repugnante de la industria de la conservación: miles de turistas transitan por el parque en ruidosos vehículos, provocando un gran bullicio en su ansiedad por sacar fotos a los asediados tigres. Mientras, las comunidades baigas que durante generaciones han gestionado cuidadosamente el hábitat de los tigres están siendo aniquiladas a causa de las expulsiones forzosas. La ironía parece haberse perdido en los conservacionistas. Si la India no permite a los baigas y a los gonds regresar y evitar que otras comunidades sean expulsadas, estos pueblos resultarán completamente destruidos. Expulsar a las tribus no salvará al tigre."

http://www.ecoticias.com/sostenibilidad/99207/Indigenas-expulsados-reserva-tigres-libro-selva

miércoles, 14 de enero de 2015

El oro y la deforestación de América del Sur .



Investigadores de la Universidad de Puerto Rico han demostrado que entre 2001 y 2013, se perdieron alrededor de 1.680 km2 de bosque tropical en América del Sur como consecuencia de la extracción de oro. Además, alrededor del 90 por ciento de esta pérdida de bosques se produjo en sólo cuatro áreas y una gran parte en las cercanías de las áreas de conservación.
Una 'fiebre del oro' global ha llevado a un aumento significativo de la deforestación en los bosques tropicales de América del Sur, dice un estudio en 'Environmental Research Letters'. Pone de relieve el creciente impacto ambiental de la minería de oro en algunas de las regiones más biológicamente diversas de los trópicos.
Investigadores de la Universidad de Puerto Rico han demostrado que entre 2001 y 2013, se perdieron alrededor de 1.680 km2 de bosque tropical en América del Sur como consecuencia de la extracción de oro. Además, alrededor del 90 por ciento de esta pérdida de bosques se produjo en sólo cuatro áreas y una gran parte en las cercanías de las áreas de conservación.
"A pesar de que la pérdida de bosques por culpa de la minería es de menor magnitud que la deforestación causada por otros usos de la tierra, como la agricultura o el pastoreo, se está produciendo deforestación por la minería en algunas de las regiones con mayor diversidad biológica en los trópicos. Por ejemplo, en la región Madre de Dios en Perú, una hectárea de bosque puede contener hasta 300 especies de árboles", explica la autora principal de la investigación, Nora L. Álvarez-Berríos.
Impulsada por el consumo personal y la incertidumbre en los mercados financieros mundiales, la producción mundial de oro ha aumentado para satisfacer la creciente demanda, pasando de alrededor de 2.445 toneladas métricas en 2000 a alrededor de 2.770 toneladas métricas en 2013. La mayor demanda de oro ha ido acompañada de un aumento dramático en el precio del oro, desde 250 dólares/onza en el año 2000 a 1.300 dólares/onza en 2013.
Esto ha estimulado nuevas actividades de extracción de oro de todo el mundo y ha hecho factible minas de oro en áreas que antes no eran rentables para la minería, como depósitos por debajo de los bosques tropicales. Todo ello puede llevar a una gran pérdida de bosques e impactos ambientales y ecológicos graves por la eliminación de la vegetación, la puesta a punto de carreteras y ferrocarriles para el acceso y la creación de asentamientos organizados.
Algunos de los impactos a largo plazo incluyen que la vegetación no vuelva a crecer, el cambio de los patrones de lluvia, la pérdida permanente de la biodiversidad y una liberación de CO2 a la atmósfera. En su estudio, los investigadores trataron de cuantificar el impacto de las minas de oro en los bosques tropicales mediante la creación de una base de datos geográfica que destacó la ubicación de las minas recién desarrolladas entre 2000 y 2013.
Entonces, se cruzó la base de datos con mapas anuales de cobertura del suelo que muestran el cambio de la cubierta forestal en el mismo periodo. El estudio abarcó el bioma de bosques tropicales y subtropicales de América del Sur por debajo de 1.000 m, que comprende Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam, Guayana Francesa, Brasil, Ecuador, Perú y Bolivia.
Los resultados mostraron que durante el periodo de 13 años, el 89 por ciento de la pérdida de bosques se produjo en sólo cuatro regiones: la ecorregión de los bosques húmedos de Guayana; la ecorregión de bosque húmedo del Sudoeste de la Amazonia; la ecorregión de bosque húmedo Tapajós-Xingú; y la región Urabá del valle del río Magdalena.
Aunque había poca deforestación dentro de las áreas de protección estricta, alrededor de un tercio del total de la deforestación se produjo en una zona de defensa de 10 km alrededor de estas áreas y, por lo tanto, hizo que las áreas fueran susceptibles a los efectos nocivos de los contaminantes químicos que se dispersan de una zona minera.
"Para disminuir la cantidad de deforestación que se está produciendo como consecuencia de la extracción de oro en los bosques tropicales, es importante que se cree conciencia entre los consumidores de oro para comprender los impactos ambientales y sociales de la compra de joyas de oro o de la inversión en oro. "Es importante también fomentar formas más responsables de extracción de oro, ayudando a los mineros a extraer de una manera más eficiente para reducir la invasión en los bosques", concluye Álvarez-Berríos.

http://www.ecoticias.com/naturaleza/99219/oro-deforestacion-America-Sur























lunes, 12 de enero de 2015

¿Qué es la huella ecológica?



La huella ecológica se va consolidando como indicador de sostenibilidad a nivel internacional. En el contexto económico, existe desde hace tiempo un indicador aceptado y utilizado mundialmente: el Producto Interior Bruto (PIB). Sin embargo, frente los nuevos desafíos que se nos presentan, necesitamos completar la información que ofrece el PIB para poder diseñar políticas equilibradas que reflejen nuestro compromiso con Medio Ambiente y el bienestar social.

Este indicador biofísico de sostenibilidad integra el conjunto de impactos que ejerce una comunidad humana sobre su entorno, considerando tantos los recursos necesarios como los residuos generados para el mantenimiento del modelo de consumo de la comunidad.
La huella ecológica se define como el total de superficie ecológicamente productiva necesaria para producir los recursos consumidos por un ciudadano medio de una determinada comunidad humana, así como la necesaria para absorber los residuos que genera, independientemente de la localización de estas superficies.


La filosofía de cálculo de la huella ecológica parte de los siguientes aspectos:
 
 
Para producir cualquier bien o servicio, independientemente del tipo de tecnología utilizada, se necesita un flujo de materiales y de energía, provenientes, en última instancia, de sistemas ecológicos o del flujo de energía directa del Sol en sus diferentes manifestaciones.
Se necesitan sistemas ecológicos para absorber los residuos generados durante el proceso de producción y el uso de los productos finales.
El espacio es también ocupado con infraestructuras, viviendas, equipamientos … reduciendo así las superficies de ecosistemas productivos.

Aunque este indicador integra múltiples impactos, hay que tener en cuenta entre otros, los siguientes aspectos que subestiman el impacto ambiental real:
No quedan contabilizados algunos impactos, especialmente de carácter cualitativo, como son las contaminaciones del suelo, del agua, y la atmosférica (a excepción del CO2), la erosión, la pérdida de biodiversidad o la degradación del paisaje.
Se asume que las prácticas en los sectores agrícola, ganadero y forestal son sostenibles, es decir, que la productividad del suelo no disminuye con el tiempo.
No se tiene en consideración el impacto asociado al uso del agua, a excepción de la ocupación directa del suelo por embalses e infraestructuras hidráulicas y la energía asociada a la gestión del ciclo del agua.
Como criterio general se procura no contabilizar aquellos aspectos para los que existan dudas sobre la calidad del cálculo. A este respecto, también se tiende siempre a elegir la opción más prudente a la hora de obtener resultados.

Otro concepto complementario es el de biocapacidad de un territorio que se define como la superficie biológicamente productiva (cultivos, pastos, mar productivo o bosques) disponible. La diferencia entre la huella ecológica (demanda de recursos) y la biocapacidad (recursos disponibles) se define como déficit ecológico.

http://www.ecointeligencia.com/2011/03/que-es-la-huella-ecologica/