lunes, 16 de julio de 2012

Pasaje de retorno desde España.


A la sureña localidad de Vicente Noble le toca ahora cargar con el desencanto de los hijos que abandonan su sueño de progreso en la "Madre Patria" y retornan vapuleados por la crisis económica que padece España en los últimos años.

En sus patios se escuchan las anécdotas de personas que, decepcionadas por la crisis europea, decidieron volver resignadas a su país natal. Aquí se quedarán, quizás de por vida, o tal vez, hasta que las situación económica de España mejore. Por el momento, el ticket de avión sólo tiene marcada la ida, que abre el regreso a sus viejas costumbres.

"No hay trabajo ni nada que hacer, y para estar ahí haciendo nada, tirado en un sofá o andando en la calle, prefiero estar aquí, que por lo menos me entretengo", comenta Luis Enríquez González, un joven de 25 años que regresó a principios de año de Madrid, y que prefiere estar en su pueblo ayudando, sin paga, a una tía en el colmado, antes que permanecer en Europa.

"De aquí, de Vicente Noble, hay muchas personas que lo está pasando muy mal en España. Personas conocidas de Barrio Nuevo que están escavando en los contenedores de basura como ratas, que duermen debajo de puentes, y yo puedo decírtelo con convicción y firmeza, porque yo las he visto con mis propios ojos. Gente que conozco de aquí de Barrio Nuevo, Barrio Viejo y el Barrio de la Escuela. Los veo buscar comida en los contenedores de basura y en los aeropuertos pidiendo. Gente que antes era trabajadora", expresa en tono triste Melania González Terrera, de 57 años.

La señora, vino al país de retirada tras 21 años en el extranjero. Forma parte de los miles de dominicanos, en su mayoría mujeres, que en la década de 1990 emigró a España con un contrato de trabajo, gracias al acuerdo entre el gobierno de esa nación y el de República Dominicana.

Otros residentes de Vicente Noble que llegaron con planes de quedarse, secundan el testimonio de Melania. Las palabras de la señora además encuentran soporte en las declaraciones del cónsul general de República Dominicana en Madrid, Frank Bencosme, quien dice que la situación generada por la crisis desborda ya las capacidades de respuestas para las demandas de ayuda.

"Venir por la mañana (al consulado) es ya tener una fila de gente buscándonos para que le ayude a pagar el piso, a pagar los alimentos, a pagar las necesidades más importantes en un ser humano como es vivienda y alimentación. Muchos tienen la amenaza de que si no pagan los someten, los desalojan y, entonces, nosotros estamos haciendo lo posible para que eso no suceda", afirma.

En España se estima que residen 150,000 dominicanos, de los que unos 80,000 viven en Madrid, según cálculos oficiales.

Bencosme sostiene que el consulado ha tenido que destinar "miles y miles de euros para atender las necesidades de los dominicanos, que a diario llegan solicitando incluso medio pasaje para regresar o enviar a uno de los hijos a Santo Domingo, agregando al drama, la separación familiar de aquellos que habían logrado unificarse".

A diario también llegan las cartas de retiro, sobre todo en estos momentos, en que a la mayoría se les termina en subsidio de desempleo que le otorga el gobierno español a los trabajadores.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, publicadas por la agencia de prensa AFP, a marzo pasado la cantidad de desempleados en esa nación alcanzaba los 5.6 millones de personas. Los que entran al "paro" reciben el seguro o subsidio de desempleo, el cual, según el paquete de medidas anunciadas la semana pasada por el presidente de ese país, Mariano Rajoy, será reducido de un 60% a un 50%, aunque se mantendrá por dos años.

Ante el drama humano que genera la crisis, y ante la imposibilidad de dar respuesta a todos, Bencosme dice que hace gestiones con el Banco Nacional de Alimentos de España para realizar un plan social de reparto de canastas alimenticias a las familias más necesitadas de los barrios. "La verdad es que ninguna entidad puede soportar o cargar con las necesidades que tienen los dominicanos en este país. Necesariamente tenemos que buscar ayuda", reitera, y tiene en mente tocar las puertas de empresas que tengan representación en República Dominicana.

Aunque el retiro de Melania no fue resultado directo de la crisis, sino por el deseo de sus cuatro hijos de que regresara a estar tranquila, en su decisión influyó el hecho de que su esposo, José Ferreras Reyes, de 61 años, retornó al país hace un año y medio, sin planes de regresar, expulsado por la falta de trabajo. José cuenta que se dedicaba a la construcción en España, pero que ese sector colapsó.

"La cosa se empeoraba cada día, y al estar la familia aquí iba y venía, pero llegó el momento en que no hay trabajo, decidí quedarme en mi casa con mi familia". Entonces retomó la siembra de plátano, yuca y yautía que solía cultivar antes de su partida. Aunque la actividad agrícola sigue siendo poco rentable, a su juicio, la situación ahora es más llevadera económicamente debido a que, los años de la pareja en España le permitió criar y hacer de sus hijos cuatro profesionales.

Sin rumbo en Cuatro Caminos

Jansel Heredia, de 33 años, regresó al país en abril pasado, pero la decisión la tomó en el 2010 cuando en una entrevista de trabajo lo rechazaron por su edad. "Me dijeron mira, aquí dice que todo está bien, que tienes buena experiencia, pero nosotros necesitamos gente de 16 y 18 años. Ahí le dije a mi esposa que tenía que irme, porque si eso es ahora, ¿qué será cuando tenga 35?".

El joven, que trabajaba como ayudante de fontanería (plomería) reflexiona que ya la cosa no es como antes, en el 2005 y 2006, cuando las personas que ganaban como él 1,250 euros al mes, podían dejar el empleo por otro que le pagaran 50 euros más.

"Ahora ni los profesionales están consiguiendo trabajo, y menos los hombres… yo bajaba de Plaza Castilla a Cuatro Caminos y había un grupo de 10 y 20 dominicanos en las calles, deseando que tú les pasara algo. Antes tú no veías a un dominicano acercarse a un supermercado a recoger un yogurt que lo tiran porque va a caducar, pero ahora hasta se pelean, y si tú vas a comprar al súper, encuentras filas esperando que le des dos euros para comprar una barra de pan". Menciona, con cifras incluidas, cómo cada servicio se incrementó en más de un 200% y de cómo los sueldos, en cambio, bajaron hasta 300 euros al mes.

El error de la hipoteca

Dania Méndez, de 33 años, y Daniel Reyes, de 39, son una pareja de esposos que decidieron quedarse en Vicente Noble hasta que pase la crisis. No cuentan definitivamente con España, pero confían en que las cosas podrán mejorar, además de que tienen algunos compromisos que cumplir allá. Pero, por el momento, no saben cuándo regresarán. Se cuentan entre los muchos dominicanos que, según su reflexión, "cometieron el error de adquirir una vivienda".

"Ahora mismo son pocos los que están pagando piso en España, inmigrantes o nacionales, porque son financiados por el banco en base a tu trabajo y si tú no tienes trabajo, de dónde pagas? Vas a juicio", comenta Daniel.

Aida González lleva ya 21 años de trabajo en España. Con su sueldo, más el de sus dos hijos, pensó tener las condiciones necesarias para adquirir una casa, que luego le arrebató el desempleo. "Compré un piso pensando en mejoría pero me fue peor", comenta. Su recuento empieza cuatro años atrás, cuando decidió paralizar la construcción de una casa en su pueblo natal, para adquirir, por 212,000 euros, un piso en España. Al mes debía pagar 1,300 euros al banco por la letra hipotecaria, pero dos años después, uno de sus hijos, el mayor, quedó sin trabajo. "Todo lo que entraba era para el banco y comer, hasta que ya no pude".

Tras intentos fallidos por vender la vivienda y no perder todo lo invertido, habló con los ejecutivos del banco en busca de facilidades. "Les dije que no podía seguir pagando 1,300 euros mensuales, pues no los gano. Éramos dos y ya no ganábamos ni mil euros, entonces si pagábamos, no comíamos. Me dieron la facilidad de pagarla con 800 euros mensuales, que parecería bien, pues eso es lo mismo que un alquiler, pero las condiciones no se adaptaban porque eran cinco años con esa cantidad y luego tendría la misma deuda de cuando empecé, así que dije que no, que no iba a vivir toda la vida para pagar un piso".

Aida está en Vicente Noble disfrutando de 15 días de vacaciones de su trabajo como parte del equipo de limpieza de un teatro de Madrid, pero pronto regresará a un país que ahora la trata como una persona morosa, porque dejó de pagar la casa debido a que, según afirma, "ya no tenía de otra…"


http://www.amodominicana.com/2012/07/dominicanos-han-tenido-que-irse-con-bolsillos-vacios/