jueves, 23 de febrero de 2012

África, condición global.


Sostiene Nancy Fraser que la justicia es la virtud fundamental de toda sociedad, aquella que debe garantizar las condiciones para el correcto desarrollo de todas las demás. Según la autora de Escalas de justicia, una sociedad es justa cuando no hay explotación y existe un buen equilibrio entre razón, coraje y moderación. La justicia también implica reconocer a todos los ciudadanos como miembros de un único universo moral, otorgarles un idéntico trato de igualdad y ofrecerles los mismos canales de expresión en la esfera pública. Si es cierta, pues, esta superioridad de la justicia en el panteón de las virtudes públicas, la pregunta ante toda acción política o social debería ser, en primer lugar, "¿es justa?".

Recolocar la justicia en el centro del debate público es útil para analizar los efectos de una política económica que tiene en la austeridad su único principio político, porque una sociedad puede ser eficiente pero terriblemente injusta. La centralidad de la justicia para el orden social también debe servir para denunciar un sistema judicial que en las últimas semanas, sino meses, ha dado claras muestras de arbitrariedad en el juicio de la corrupción y los abusos de poder, intensificando el descrédito de las instituciones y hundiendo aún más a los ciudadanos, principales pagadores de la crisis, en la impotencia y la desolación.

En el interesante ensayo Theory from the South, or How Euro-America is evolving toward Africa, Jean y John Comaroff defienden la tesis de que Europa y Estados Unidos se están africanizando. Lejos de constituir un rasgo coyuntural relacionado con el actual contexto económico, el aumento de la pobreza, la proliferación de la corrupción política y la creciente imprevisibilidad de las estructuras sociales y económicas en Europa serían síntomas de una tendencia más de fondo hacia una cierta africanización del mundo, que tendría sus raíces en la colonización y, más recientemente, en la liberalización de los mercados y la globalización.

Históricamente, Europa ha mirado a África con desdén y bajo el prisma unívoco de la violencia, el racismo, la pobreza o las economías informales, ignorando las formas alternativas de modernidad que en África asumían el legado europeo y lo reinterpretaban junto a muchas otras influencias, dando lugar a sus propias cosmovisiones y a una rica producción literaria, científica y cultural. A pesar de la constante interrelación con Europa, la negación de África como actor propio en el mundo, es la que no ha permitido ver que, en muchos aspectos, el continente africano está anticipando las formas políticas y económicas que marcarán el futuro de Occidente. Existen muchos ejemplos: desde la creciente diversidad de las sociedades europeas que nos aproxima a la larga trayectoria multicultural de las poscolonias, hasta unas periferias urbanas que, sumidas en la segregación social o el simple abandono fruto de la especulación, empiezan a mostrar preocupantes similitudes con grandes urbes africanas. El aumento de la xenofobia es una muestra más del creciente "deseo de apartheid" en el mundo, como lo denomina Achille Mbembe.

Pero si en algo África está siendo verdaderamente premonitoria es en los efectos políticos, sociales y morales del capitalismo contemporáneo. El continente africano es el campo de pruebas privilegiado de nuevas formas de la economía global, guiadas por la desregularización y la flexibilidad ilimitada, fruto de una historia en la que el mercado nunca ha coexistido con un sistema democrático fuerte. Mientras en el resto del mundo la entrada de capital global disminuía en el 20% en 2008, en África aumentaba en el 16%, encontrando vía libre para realizar sus operaciones sin ningún tipo de control. La rampante corrupción en todas las esferas de gobierno y sistemas legales poco fiables han dejado un vacío que ha permitido experimentar con todo tipo de formas de explotación. El resultado es la exclusión de una gran parte de la población del mercado de trabajo que hace que, para muchos, el problema ya no sea el ser explotado, sino el no tener ni siquiera la posibilidad de serlo. La incertidumbre de jóvenes y clases medias, la inseguridad y la forzada movilidad de muchos ciudadanos ya no son patrimonio exclusivamente africano y confirman el abandono de la preocupación por la justicia. La música empieza a resultar extraordinariamente familiar.

Judit Carrera es politóloga.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/02/22/catalunya/1329937788_761256.html

lunes, 20 de febrero de 2012

El ex esclavo que envió una carta a su antiguo amo.


Tras el fin de la Guerra Civil americana, miles de esclavos fueron liberados por sus amos y les ofrecieron la oportunidad de empezar una nueva vida como hombres y mujeres libres.

Después de ello, muchos terratenientes se habían encontrado en la dificultad de hallar personal adecuado para atender sus tierras y casas, lo que les hacía recurrir a sus sirvientes ya libres para ofrecerles de nuevo su puesto de trabajo en unas mejores y más dignas condiciones. El antiguo amo de Jourdon Anderson era uno de ellos y había escrito a este solicitándole que volviese a prestar servicios para él.

Pero Jourdon ya era un hombre libre y vivía como tal. Se había trasladado junto a su mujer, Mandy, y sus hijos hasta la población de Dayton (Ohio), un lugar en donde les llamaban 'Señores Anderson', sus pequeños podían acudir a la escuela y, además, cobraba un sueldo de 25 dólares mensuales por realizar su trabajo.

Todo ello se conoce gracias a una carta que remitió el 7 de agosto de 1865 a su antiguo amo, el Coronel P.H. Anderson, como contestación a la oferta para que volviese a trabajar bajo sus órdenes.

Había estado a su servicio a lo largo de 32 años, a los que debían sumarse los 20 que estuvo su esposa Mandy. Fueron años de despotismo y malos tratos por parte del amo, pero en esta nueva etapa prometía la mejora de condiciones laborales.

La misiva de Jourdon estaba hábilmente redactada, lo que ha hecho sospechar que no fue escrita directamente por él, sino por otra persona con unas bases de cultura superiores a las que se le suponía a un ex esclavo de raza negra en pleno siglo XIX.

En la carta agradecía el ofrecimiento que le realizaba su antiguo amo, pero le indicaba lo bien que le iban las cosas desde que había recuperado la libertad un año atrás, y recordaba algunos pasajes vividos durante los años que sirvió como esclavo, recordando que en todo ese tiempo no había percibido pago alguno por sus servicios.

(…) Me interesa especialmente saber cuál es su oferta. Me va razonablemente bien aquí: gano 25 dólares al mes, con provisiones y comida; tengo un hogar cómodo para Mandy (la gente le llama Señora Anderson) y los niños, Milly, Jane y Grundy, van a la escuela y aprenden mucho; el profesor dice que Grundy tiene cabeza para ser predicador. Van a la escuela dominical, y Mandy y yo vamos a la iglesia con regularidad. Nos tratan amablemente; a veces oímos a otros decir: "Esa gente de color era esclava en Tennessee". Los niños se sienten heridos cuando lo oyen, pero yo les digo que no era ninguna desgracia en Tennessee pertenecer al coronel Anderson. Muchos negritos hubieran estado orgullosos, como yo lo estaba, de llamarle amo. Ahora, si quisiera escribirme para decirme la paga que me daría, podría hacerme mejor a la idea de si me conviene volver. (…)

Uno de los momentos más impactantes de la carta es cuando le solicita que le abone todo lo adeudado por tantos años de trabajo sin recompensa:

(… ) Le serví fielmente durante treinta y dos años, Mandy durante veinte. A 25$ al mes para mí, y 2$ por semana para Mandy, nuestras ganancias ascenderían a 11.680 dólares. Sume a esto los intereses por el tiempo que ha tenido retenidas nuestras pagas y reste los gastos de vestirnos y las tres visitas del médico para mí, además de sacar un diente a Mandy, y el resultado mostrará lo que en justicia merecemos. Por favor, envíe el dinero a través de Adams Express, a la atención de V. Winter, esq, Dayton, Ohio. Si no nos paga por el trabajo que desempeñamos fielmente en el pasado, poca fe podemos tener en sus promesas para el futuro. Confiamos en que el buen Dios haya abierto sus ojos para ver los males que usted y sus padres nos han causado a mí y a los míos, haciéndoles trabajar duramente durante generaciones sin recompensa. Aquí cobro mi paga todos los sábados por la noche, pero en Tennessee no había más día de paga para los negros del que había para vacas y caballos. Seguramente, algún día, aquellos que privaron a los jornaleros de sus pagas tengan que devolvérselas. (…)

Hacia el final de la carta habla de las violaciones que sufrieron dos mujeres por parte de los "jóvenes amos" y de su temor a que se repitiese lo mismo con sus otras dos descendientes.

(…) Cuando responda esta carta, por favor explíquenos si habría alguna seguridad para mis hijas Milly y Jane, que han crecido y son dos jóvenes bien parecidas. Sabe lo que ocurrió con Matilda y Catherine. Preferiría quedarme aquí y pasar hambre - incluso morir, si fuera preciso - que llevar la vergüenza a mis hijas por la violencia y vileza de sus jóvenes amos. Por favor, aclárenos también si se han abierto escuelas para niños de color en su vecindario; mi mayor deseo es dar a mis hijos una educación, y lograr que sean jóvenes virtuosos. (…)

Para acabar la carta, manda un saludo para George Carter y le insta a que le dé las gracias de su parte por haberle quitado la pistola al Coronel Anderson cuando este le estaba disparando.

Nada se sabe de si llegó a percibir el pago de sus honorarios como esclavo con carácter retroactivo, pero lo que sí es seguro es que Jourdon Anderson no aceptó la oferta de volver a trabajar para su antiguo amo, ya que sus restos permanecen enterrados en el Woodland Cemetery en Dayton.

A pesar de que la carta lleva circulando por la red desde hace varios años (hay publicaciones de 2004), hasta ahora no ha llegado a ser ampliamente conocida por los internautas. Numerosas son las webs que señalan que se trata de un fake (bulo), pero los defensores de la veracidad de dicha carta aportan la publicación que realizó el New York Daily Tribune, el 22 de agosto de 1865, en el que se hizo eco de dicha carta.


http://es.noticias.yahoo.com/blogs/cuaderno-historias/el-ex-esclavo-que-envi%C3%B3-una-carta-su-124851717.html