jueves, 1 de diciembre de 2011

Cuando lo virtual supera lo real.




Una nueva adicción parece estar tomando cada vez mayor terreno. La adicción a Internet está apoderándose de todo el mundo. Este tipo de adicción se da cuando el uso excesivo de Internet comienza a interferir en el trabajo, en las relaciones personales y la vida diaria.
Algunos síntomas son sentirse más cómodo conversando con las personas de forma on line que personalmente, no poder dejar de jugar o buscar información en la red, dejar de hacer cosas cotidianas o importantes para continuar conectado a Internet. Además, a este tipo de comportamiento lo potencia que en la actualidad las personas pueden estar navegando en la red en casi cualquier lado desde un celular.
De acuerdo con los expertos, la adicción a Internet abarca toda una variedad de problemas que involucran la adicción al sexo cibernético, a las relaciones cibernéticas, a los programas o juegos de la computadora, a la búsqueda compulsiva de información, entre otras. Las adicciones más frecuentes son la de sexo cibernético, el juego online y las relaciones virtuales.
Los especialistas afirman que la mayoría de estos adictos se aferran a Internet para contrarrestar sentimientos y emociones negativas como la soledad, la depresión, el estrés y la ansiedad. Hay formas más sanas de poder controlar esas emociones, tales como practicar ejercicios de meditación, relajación y respiración.
http://www.comunidad-terapeutica.com/2011_11_01_archive.html
FUENTE: tecnoadicción

Dia Internacional de la lucha contra el SIDA.

Se han cumplido 30 años desde que se detectó por primera vez el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Estas tres décadas de epidemia se pueden representar con nombres propios -Freddy Mercury, Magic Johnson-, a través de colectivos, como el homosexual, o de los grandes perdedores, los habitantes del África Subsahariana y el sudeste asiático. Podemos decir que gracias a los esfuerzos de todo el planeta, se ha avanzado mucho pero no hay espacio para el relax porque aún quedan, por lo menos, #34millones de razones para seguir luchando.

34 millones, ésa es la cifra estimada de personas portadoras del VIH, un virus que hace pocos años acababa rápidamente con la vida de una persona y que ahora se puede mantener a raya y se ha convertido, prácticamente, en una infección crónica. Eso, para los que tienen suerte; casi siempre, habitantes del primer mundo.

Pero el VIH/sida es ahora una epidemia que azota, sobre todo, a las regiones más pobres del planeta, donde la capacidad de respuesta frente a la enfermedad depende en gran medida de la solidaridad de los países desarrollados. En el África Subsahariana, donde los recursos son muy limitados, se concentra el 68% de todos los seropositivos, según refleja el último informe de ONUSIDA, hecho público hace sólo unos días.

El compromiso de las naciones ricas ha permitido la consecución de importantes victorias en la lucha contra el sida (ha descendido el número de nuevas infecciones, cada vez más personas tienen acceso al tratamiento, etc.) hasta el punto de que la meta de los tres ceros (cero infecciones, cero discriminaciones y cero muertes) se perfila como factible en el horizonte.

Pero la crisis económica está haciendo que estos logros se tambaleen. Las organizaciones internacionales implicadas en la lucha contra esta enfermedad, como ONUSIDA y el Fondo Mundial, han alertado de las consecuencias que puede tener la caída de la financiación que se está produciendo. Muchos países están recortando o congelando sus aportaciones económicas -en 2010, la ayuda internacional cayó más del 10%- y esto, advierten los expertos, se notará.

Es necesario alcanzar nuevos pactos que permitan seguir combatiendo el sida con la misma eficacia que hasta ahora.

http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/11/30/hepatitissida/1322657655.html

miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿Por qué los migrantes deben tener el derecho a votar?

La respuesta es simple: porque los principios básicos de la democracia liberal exigen que aquellos que contribuyen a una sociedad y viven bajo sus leyes participen en la toma de decisiones de tal sociedad. Para los migrantes de hoy estos principios son relevantes en la sociedad a la que llegan y en aquella que dejan porque pueden mantener vínculos significativos con ambas. Para los más avezados (sobre todo entre los migrantes de primera generación) las nuevas tecnologías de comunicación hacen posible pertenecer a más de una sociedad. La respuesta es menos simple desde el punto de vista de las democracias afectadas por la migración porque la posibilidad de pertenencias múltiples desafía la forma tradicional de entender la ciudadanía democrática y, particularmente, el que siempre ha sido el más fundamental de sus privilegios: el derecho a votar.

Por razones de conveniencia administrativa la pertenencia oficial a un Estado-nación se otorga al nacer, ya sea por el mero hecho de hacerlo dentro de sus fronteras o por nacer de padres que son miembros de dicho Estado, bajo la expectativa de que cualquiera de esos accidentes conducirá al desarrollo de un vínculo significativo con la comunidad política. Alternativamente, la pertenencia a un Estado puede elegirse cuando un migrante solicita ser naturalizado. Sin embargo, en un mundo caracterizado no sólo por la movilidad sino por la posibilidad de mantener vínculos a múltiples comunidades políticas, las líneas de la pertenencia oficial (la ciudadanía y los derechos que acarrea) ya no coinciden con la población residente, ni con la población dentro del territorio del Estado. ¿Quiénes tienen derecho a ser representados como miembros, dónde y en qué medida?

Para las sociedades de emigración es fundamental decidir si los ciudadanos que han emigrado conservan una conexión a su país de origen tan significativa como para justificar su participación en la política y hasta qué nivel. Para las sociedades de inmigración es fundamental decidir a partir de cuándo los inmigrantes pertenecen a la sociedad en una medida equivalente a la de los residentes nacionales como para extenderles el derecho a participar en la toma de decisiones políticas. ¿Es necesario y suficiente ser un nacional para demandar el derecho ciudadano a la representación política?

La pregunta era absurda hace unas cinco décadas, cuando se asumía la identidad entre ciudadanía y nacionalidad y se aspiraba su coincidencia con las fronteras del Estado-nación. Ya no lo es ahora: en muchos países democráticos los derechos de la ciudadanía ya se han disociado del estatus de nacionalidad y del territorio del Estado-nación. Alrededor de 120 países han extendido el derecho de voto a sus ciudadanos residentes en el extranjero, predominantemente al nivel de elecciones nacionales. Más de 50 países han extendido el derecho a votar a inmigrantes residentes no naturalizados, en su mayoría a nivel de elecciones locales. En varios países los debates sobre extender o no el derecho a votar a los migrantes han provocado profundas redefiniciones de la ciudadanía del Estado –por ejemplo, facilitando la naturalización o permitiendo la ciudadanía múltiple.

A primera vista, pues, parece que los derechos de los emigrantes y de los inmigrantes ensanchan la ciudadanía democrática allende las fronteras territoriales y el estatus de nacionalidad en niveles que reflejan las expectativas sobre la posibilidad de participación de inmigrantes y emigrantes. Se espera que los inmigrantes adquieran, después de un tiempo razonable de residencia, el derecho a decidir y participar en los asuntos que les atañen en la misma medida que a los ciudadanos residentes (el nivel local). Así mismo, se espera que los emigrantes mantengan un nivel de información general sobre la política de su país de origen y, mientras conserven su ciudadanía de origen, conserven también el derecho a decidir sobre el destino político general en la misma forma que los ciudadanos residentes (el nivel nacional).

Las discusiones peliagudas comienzan con los casos que rebasan estas expectativas. Los casos de sobre-inclusión son especialmente controvertidos. Por ejemplo, desde una perspectiva liberal y democrática es cuestionable que quienes no son migrantes sino sólo descendientes de migrantes tengan derecho a votar en el país de sus ancestros, especialmente si no han vivido ni planean vivir en aquel país. ¿Por qué? Porque los ciudadanos residentes de un país que permite votar a los nietos de sus emigrantes (como es el caso de Italia) podrían tener que vivir bajo un gobierno elegido por quienes no viven bajo sus leyes, ni las conocen. Un ejemplo de sobre-inclusión respecto a los inmigrantes es un requisito muy bajo de residencia para votar (como es el caso de Nueva Zelanda) porque puede significar que los inmigrantes recién llegados adquieran derecho a decidir sin tener idea de las consecuencias de su decisión en el sistema político. Así pues, no hay una receta universal, pero el principio orientador para la inclusión democrática es bastante claro: deben participar en la toma de decisiones de una sociedad aquellos cuyo vínculo con esa sociedad es tan fuerte que se puede esperar que decidan responsablemente.

Obviamente hay muchas otras formas de participación política aparte del voto y es posible que, por razones que van desde la marginación social hasta la dificultad administrativa, votar no figure entre las prioridades de los migrantes. Sin embargo, que los migrantes que contribuyen a una sociedad tengan el derecho a votar es fundamental porque las elecciones secretas y universales son el único mecanismo político formal que reconoce por igual a todos sus participantes. Independientemente de fórmulas electorales, el derecho a votar tiene el potencial para nivelar a los ciudadanos migrantes frente a los ciudadanos sedentarios y para enfatizar no lo que les diferencia, sino lo que tienen en común: el interés en el destino de una comunidad política. Por ello las discusiones sobre el voto de los migrantes incumben a cualquier democracia que conviva con la realidad de la migración.

http://www.letraslibres.com/blogs/frontera-adentro/por-que-los-migrantes-deben-tener-el-derecho-votar

martes, 29 de noviembre de 2011

La doctrina del shock.

Documental basado en el excelente libro de Noami Klein " La doctrina del shock " publicado en el 2007, en el, se describen los planes ocultos de las grandes corporaciones, que se empezaron a implementar en la década de los 70 a través de la llamada escuela de chicago con Milton Friedman y el Departamento de Economía de la Universidad de Chicago como parte visible de lo que posteriormente seria conocido como " La ideología Neocon ".
Para entender el presente, hay que conocer el pasado. La crisis actual, no es por casualidad. La crisis actual tiene un objetivo concreto.