En 1809, Tadeo Bravo de Rivero, regidor del ayuntamiento de Madrid y amigo personal de Francisco de Goya, encargó a éste la realización de un cuadro en el que apareciese la figura del recién coronado rey José Bonaparte.
Goya no dudó en aceptar el encargo por el que recibiría un pago de 15.000 reales. En él quiso plasmar un vínculo que uniese la figura del monarca con la corte y la capital de España. Tituló el cuadro: Alegoría de la villa de Madrid.
En dicha pintura representó la figura de una mujer que tenía junto a su mano izquierda un escudo de la corte y villa de Madrid que contenía al oso y el madroño y señalando con su mano izquierda un óvalo en el que aparecía José I.
En 1812, el rey se marchó de la capital provisionalmente y las autoridades municipales decidieron sustituir la imagen del monarca por la palabra ‘Constitución’ recientemente aprobada.
Unos meses después, José I volvió y se pintó de nuevo su retrato en el óvalo.
El pintor aragonés era enemigo de tener que ir modificando y rehaciendo su obra, pero no le quedaba más remedio que hacerlo debido al compromiso que había adquirido al juramento de fidelidad que había hecho al ser nombrado Primer pintor de cámara.
En 1813, el monarca evacuó definitivamente el país y rápidamente volvió a pintarse la palabra Constitución sobre el retrato del rey.
Pero un año más tarde, el repuesto rey Fernando VII abolió la Constitución de Cádiz (conocida como La Pepa) y de nuevo el óvalo fue repintado, esta vez con el retrato del nuevo monarca.
Y así permaneció el óleo hasta 1943 en el que se volvió a decidir que el retrato del monarca absolutista, fallecido diez años antes, debía ser sustituido de nuevo por la palabra constitución en vigencia desde 1836. Esta nueva modificación fue realizada por otro pintor, ya que Goya murió en 1828.
Ángel Carvajal y Fernández de Córdoba, marqués de Sardoal, recién nombrado alcalde de la villa de Madrid en 1872 decidió que debían ser borrados los repintes del óvalo y que en éste debía figurar las palabras "Dos de Mayo", al tratarse de un hecho histórico genérico y que "no estaba sujeto a las opiniones cambiantes de los hombres".
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