“Estos alimentos están en perfecto estado, pero los trabajadores de los supermercados se encuentran totalmente incapacitados para tomar una determinación, lo que demuestra el absoluto fracaso del sistema: cuando el código de barras dice que hay que tirarlos, hay que tirarlos, incluso cuando la verdulería de la esquina los habría mantenido a la venta una o dos semanas más”, cuenta Boyle a un periodista del diario británico The Guardian.
La vivienda de este valiente irlandés también está equipada con un retrete seco. Su medio de transporte es la bicicleta, los libros los consigue en la biblioteca o en los mercados de intercambio de libros. La leña que utiliza en su fogón, construido a base de latas, en su mayoría proviene de las cajas de verdura de los supermercados.
“La mayor satisfacción fue darme cuenta de que, en lugar de echar de menos las cosas que antes había considerado imprescindibles, me sentía liberado al no tenerlas”.
La aventura enfrentó a Boyle a muchas dificultades en su comienzo. Las tareas cotidianas como cocinar o lavar la ropa se hacían más largas y pesadas, y más de una vez pensó en tirar la toalla. Una vez superadas esas dificultades, afirma tener solamente un problema, la soledad: “Es algo parecido a lo que siente un vegano, que sabe que nunca va a estar rodeado de gente como él, que siempre va a ser diferente”.
Por otro lado, su estilo de vida ha resultado ser un gran atractivo: "Recibo proposiciones de matrimonio de mujeres a las que ni siquiera conozco", afirma Boyle. "Desde que decidí dejar de ingresar y gastar dinero, soy mucho más popular que cuando me podía permitir sacar a las chicas a cenar".
Su libro, "The Moneyless Man: a year of freeconomic living", es todo un éxito de ventas en Amazon.
No hay comentarios:
Publicar un comentario